Es una tarde tranquila de otoño, el sol se comienza a ocultar pintando el cielo de los tonos cálidos que a su vez adornan los árboles que con sus hojas doradas cubren el suelo a su alrededor formando una alfombra natural que añade una belleza casi mágica a la hacienda. El aroma de la tierra fresca junto con el de madera crea una atmósfera cálida y acogedora que ayuda a tranquilizarme, bueno al menos tanto como se puede dado lo que esta por ocurrir.
Las voces que escucho a mi alrededor, los clamores y el llanto ocasional pasan a segundo plano en mi mente casi silenciándose. Volteo para ver al cura casi pidiéndole auxilio con la mirada e intentando evitar jugar con las manos para no delatar mi nerviosismo, siento la sensación de un sudor frio recorrerme por debajo del traje de tres piezas negro hecho a medida para la ocasión. Pero todas las dudas se alejan, una calma me llena el pecho al echar un vistazo al pasillo que conduce al altar montado en el exterior. Es un espectáculo deslumbrante con el vestido blanco de mangas largas, con encaje en los extremos de diseños florales, los pliegues del vestido resaltados por flores bordadas en dorado y un tocado con forma de tiara que ayuda a sostener el velo en su rostro. Conforme se acerca cada vez más el corazón me retumba con fuerza, siento que el aire me falta y se me derriten cada uno de los pensamientos. Pero al llegar a mi lado y después de que su padre la suelte y ella me tienda su mano logro formular una sola frase acompañada por un par de lágrimas de felicidad.
Estas más que radiante, me alegro de que este día al fin llegue amor mío. – digo mientras tomo su mano con delicadeza, como si con el más mínimo roce pudiera dañar a una criatura tan aparentemente frágil.
Gracias, tú también te ves muy guapo en traje. – contesta con una voz suave y nerviosa, casi tartamudeando.
Su contestación me parece de cierta forma extraña, pero lo atribuyo a los nervios además del estrés de organizar un evento así. El padre comienza con la ceremonia. De vez en cuando volteo a ver a mi prometida de reojo notando que esta intranquila, así que estiro mi mano para tomar la suya y de forma repentina la aparta de mi, el gesto no pasa desapercibida pues interrumpe el discurso del padre.
Lo siento Gabriel no puedo casarme contigo, no es que no te quiera o haya disfrutado estos años a tu lado, pero... – hace una pequeña pausa buscando las palabras – no siento que contigo pueda alcanzar todo mi potencial.
Siento un nudo formarse en mi garganta. Lo que creo que es el día más feliz de mi vida comienza a transformarse en una pesadilla. Aprieto los dientes para forzarme a despertar, pero ella continúa hablando.
Tengo mis motivos. De verdad lo lamento y espero puedas encontrar alguien con quien ser feliz. Eres un hombre maravilloso así que no tardaras en encontrar a alguien más. – mientras habla saca de entre los dobleces del vestido un anillo, EL, anillo. Ese que le di para proponerle que se casara conmigo a lo que ella accedió con una sonrisa como ninguna otra en su rostro, lloro mientras me levantaba y se puso de puntillas para poderme besar. Era un recuerdo muy vivido.
Hanna sé que tendrás tus motivos, pero creo que pudiste elegir un mejor momento para hacer esto. – tomo el anillo de su mano y lo guardo en el bolsillo del saco. – Creí que habíamos acordado que siempre nos diríamos la verdad el uno al otro, aun si dolía.
Eso estoy haciendo, quizás me equivoque al tardarme tanto en hacerlo. No causes una escena y solo déjame ir ¿sí? – se da la media vuelta y hecha a correr hacia la casa principal de la hacienda.
Al intentar ir tras de ella un hombre se interpone en su camino, por un momento creo que es su padre, pero al voltear veo que esta igual de estupefacto que la mayoría de los invitados. Luego caigo en cuenta que es un hombre más joven.
Sergio... – el nombre gira sobre mi lengua con desagrado, si bien yo no lo invite a la boda supuse que asistiría a fin y al cabo es el mejor amigo de Hanna.
Déjala ir, si realmente la amas tanto como dices es mejor así. – baja su mano, su voz y su mirada, cargados con esa condescendencia característica de él que es la razón por la que no lo tolero. Siempre viendo a los demás tan inferiores y creído por ser un médico recién graduado.
Tienes tres segundos para quitarme de mi camino, esto no es asunto tuyo. – mis manos forman un puño a mis costados, blanqueando mis nudillos.
Ese carácter tuyo es toda una joya - sonríe con ironía mientras se hace unos pasos hacia atrás.
Si, quizás tenía razón, después de todo mi temperamento no era el mejor, pero desde que conocí a Hanna había mejorado. Me quedo quieto pensando en cómo manejar esta situación.
Buen chico, descuida, yo cuidare bien de Hanna. – se aleja y acompaña a Hanna a su auto.
Me siento en una esquina mientras los padres de ella intentan lidiar con la conmoción de los invitados. No se que esta pasando. Quizás solo es una forma de la vida de recordarme mi lugar. Y así como así vuelvo a la oscuridad de la que pensé haber escapado.

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Un beso perdido.
RomanceGabriel Molina es un hombre que dejo de creer en el amor debido a que el día de su boda su entonces prometida le revela que no es el con quien quiere estar el resto de su vida. Decepcionado ante la situación y cargando con una vida difícil cae en un...