Ares Dios de la guerra

El templo

Guerras y derramamientos de un baño de sangre, hombres mal heridos y incluso muertos aldeas devastadas y mujeres violadas

Así era la vida gracias a ellos y cuando digo ellos me refiero a los dioses desde nuestra existencia han sido los únicos culpables de nuestras desgracias.

Solo hacen los que les plazca y nadie puede decir absolutamente nada

Tienen riquezas y belleza y inmortalidad y nosotros los mortales y de más criaturas ¿adónde quedamos? Pues en el olvido siempre somos despreciados solo por el simple echo de ser frágiles

Suspiro alejando los malos pensamientos.

No era el tipo de persona que guarda rencor pero al estar de ayudante y aprendiz de un médico... Con el tiempo vez los guerreros que llegan de las guerras o las personas con enfermedades

Notas lo mucho que los mortales son acribillados y eso te hace sentir un sentimiento de dolor y culpa

Estaba tan centrada en mis pensamientos que no note como Gael el médico me llamaba preocupado

— Berenice te encuentras bien?

Lo mire un poco acomplejada

— aah claro! – dije asintiendo el era muy sabio y era muy respetado por todos y las demás  Criaturas

Desde que era una pequeña chiquilla había deseado aprender el arte de la medicina y por eso estoy con el como su aprendiz y no solo eso también era bastante bueno y le tenía un gran afecto y lo veía como una figura paterna

Ya que jamás había experimentado eso de chiquilla al ser una pequeña huérfana

— segura? No te ves muy bien, si quieres puedes irte a descansar

Lo mire un poco sorprendida

— ¿ Está seguro pero que pasa si vienen más personas?

— tranquila yo podré por el momento solo preocupate por ti además ya va a anochecer y es peligroso que andes sola

Lo mire pensativa hasta que asentí

— está bien pero a primera hora estáre aquí

Dije para levantarme y agarrar mi bolso sentí cuando me dió unas pequeñas palmadas en el hombro

Pase por los intermitente pasillos del templo y caminando note  una estatua Asclepios, el dios de la medicina

Pase sin mucha importancia y seguí mi camino

Al salir note el extenso bosque al mi alrededor 

Y me inquiete un poco al echo de pensar que una mujer sola pasando por un bosque sería bastante peligroso cualquier cosa le podría pasar y además ya se estaba haciendo de noche 

Y recordé que cerca de aquí había un sendero que se dirigía al templo del  diós griego Ares y pasandolo estaba la aldea dónde vivía

No era una gran opción pero era mejor que ir sola de noche por el bosque

La brisa hacía que mi larga cabellera negra como la noche se balanceara a su ritmo

La noche estaba presiosa el cielo era como un espectáculo de luciérnagas y los pequeños animalitos del bosque hacían sonar su canción

A lo lejos pude ver el templo y al ir pasando más de cerca casi me quedo plasmada

Había velas muchas al rededor

¿ Acaso le estaban orando? Pero quién le rezaría al Dios de la guerra? El solo trae destrucción y dolor a nuestras tierras

Siempre había Sido reservada pero por un momento las ganas y la curiosidad se apoderaron de mi

— un pequeño vistazo no le hace mal a nadie no?

Con ese pensamiento decidí ir

El templo tenía innumerables escaleras al llegar adentro te recibía un gran estatua del dios Posando con una enorme lanza y su armadura

Quien diría que alguien tan majestuoso era el culpable de los derramamientos de sangre

Todo parecía tan misterioso e increíble, todo al rededor estába alumbrado por antorchas

Iba caminando por los alrededores admirando la increíble arquitectura hasta que casi resbaló

Todo mi nariz  se llenó de un fuerte olor metálico

Al ver el piso di un pequeño grito que luego calle con mis manos

¡H-habia sangre! No solo pequeñas manchas ,  había en todos lados! En las paredes en el piso

Pero lo más raro era que la sangre era de un color negro y pequeñas manchas de dorado

Estaba horrorizada que mounstro era el culpable de esta grotesca escena

Y las manchas de sangre creaban un camino que se dirigía más profundo en el templo

— pero q-

— no termine de hablar cuando mis oídos captaron unos gemidos de dolor provenientes de atrás de una gran puerta echa de madera y oro