𝐈

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— DIEZ PUNTOS MENOS para Slytherin

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— DIEZ PUNTOS MENOS para Slytherin. Señorita Black, después de clases se le notificará su castigo.

Levanté la cabeza de la mesa bruscamente, despertándome por completo. Dirigí la vista al frente y me encontré la mirada de la profesora McGonagall, la cual me miraba severamente.

Me froté los ojos rudamente y suspiré. Esta semana no había dormido demasiado bien que digamos, y un castigo más no hacía más agradable la situación.

Masajeé mis sienes y atendí a la profesora, que estaba siguiendo la explicación.

En la pizarra estaban diferentes nombres de hechizos que tampoco llegué a reconocer, entonces supe que estaba jodida.

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— ... toda la tarde. Oh, señorita Black. Siéntese en  una mesa libre. — Entré mientras McGonagall explicaba en la tarima de madera. — Como dije, estaremos haciendo en la tarde un pergamino sobre por qué creen que se les impuso el castigo y como podrían solucionar ese comportamiento.

Me senté y saqué mi pluma con un pergamino, comenzando a escribir. En unos veinte minutos ya tenía la reflexión redactada.

Me castigó la profesora Minerva McGonagall. La causa de este castigo fue un pequeño descanso de párpados que llevó al sueño. Creo que este castigo no se podría solucionar, ya que he tenido una semana muy ajetreada que no han permitido un buen descanso por mi parte. También creo que los profesores son muy imprudentes al no preocuparse por el bienestar de sus alumnos y sus horas de descanso, y propondría una...

Por el reloj en la pared supe que eran las cinco de la tarde, y también supe que la detención iba para largo. Pensé en entregarle mi pergamino a Dumbledore, pero sé que no haría nada para solucionar el problema.

Apoyé mi barbilla en la palma de mi mano y observé el aula, aburrida. Habían bastantes Gryffindors, unos pocos de Slytherin y un par de Hufflepufs. Y, por supuesto, ningún Ravenclaw.

El grupo de ruidosos Gryffindors, unos asientos más atrás de mí, me comenzaban a estresar. Desde mi sitio podía escuchar sus ruidosas charlas de quidditch y sus ruidosas risas.

Hice una mueca y recosté la cabeza en mis brazos.

De repente, sentí una bola de papel darme en el costado.

«Oh, vamos. Esto no me puede estar pasando de verdad. »

La ignoré, pero momentos después otra vez otra bola rebotó en mi espalda.

«Aguanta, aguanta... »

«Y otra más.»

𝐄𝐯𝐢𝐥 || 𝐉𝐚𝐦𝐞𝐬 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora