04

334 33 7
                                    

Gavi se despertó sintiéndose lleno, intentó levantarse para ver que era lo que tenía dentro, pero no conseguía tener la fuerza suficiente luego de su celo.

Mientras se movía notó que estaba con otra persona en la cama, con eso pegó un salto de la cama y cayó al suelo, haciendo que el pene del otro hombre saliera de su coño.

Gimió de dolor al sentir el frío suelo, mientras que sentía como caía semen de su agujero, se fue poniendo de pie poco a poco, y con eso se sentó en la cama para poder ver quien había sido el alfa con el que se había acostado en su celo.

Pablo se acercó para quitarle la sabana de la cara, parpadeó y tuvo que contener un grito al darse cuenta de con quien había pasado esos tres días de puro sexo.

Era Robert Lewandowski, el pequeño alfa al que había invitado a cenar el otro día, con el que había hablado últimamente sintiéndolo un chico agradable y lindo, que jamas pasaría el tiempo con una omega viejo, como Gavi.

Veía con una sonrisa como sus pestañas claras rozaban los pómulos, era un espectáculo que le encantado ver si Robert fuera más mayor, no algo que podría pasar por un cachorro.

¡Era un niño! Tenía unos pocos años más que su Asier, el único hijo que había tenido.

Se levantó de la cama sin saber como reaccionar, solo pensando en que tenía que salir de esa habitación y localizar su teléfono.

Pablo gruñó escapando por la puerta del dormitorio mientras intentaba hacer el menor ruido para no despertar al polaco, y se dirigió a la cocina, si el móvil estaba en algún sitio era allí.



Robert se levantó a las doce de la mañana según ponía el despertador de la habitación de Gavi, se había revolcado en las sábanas un rato hundiéndose en el olor del omega sevillano.

Pablo Gavira olía tan bien, le encantaba su olor a cítricos con azahar, podría olerlo todo el día y seguir babeando por él, era simplemente perfecto.

Camino por el piso superior de la casa, buscando señales de vida del mayor, y mientras iba observando las fotos que encontraba por el camino, unas de Gavi unos años más joven con parte del viejo Barça y de la Roja.

También había fotos de Pablo con su cachorro, y con Sergio Ramos observó con ciertos celos, si él fuera el jugador madridista jamás hubiera roto con Gavi.

El hijo de los dos tenía el pelo castaño junto con los ojos y había sacado la forma de ojos de Pablo mientras mantenía la estructura facial de Ramos, aunque tenía rasgos del segundo haciendo que se pareciera más al barcelonista.

Robert observó un rato más las fotografías, hasta que sintió hambre, por lo que dejó su recorrido para otro momento, todo eso si Pablo lo invitaba de nuevo.

Bajo las escaleras dirigiéndose a la cocina donde olió aquel olor a cítricos y azahar, Pablo se encontraba cocinando unos huevos revueltos, estaba solo con unos bóxers y una camiseta vieja holgada, descalzo y se movía con tranquilidad, demostrando cuanto conocía su hogar.

Espero un rato al lado de la mesa sin saber que decir, solo veía a Gavi moverse y cocinar en la sartén, la comida olía genial y simplemente su estómago sonó haciendo que en español se diera cuenta de su presencia.



Pablo se dio la vuelta conectando miradas con Robert, aún tenía los síntomas del celo, y realmente lo único que quería hacer era acercarse a él y olerle el cuello.

Por desgracia, sabe que es algo que no debe hacer y simplemente dice—¿Quieres un poco?

El chico asiente y se sienta torpemente en la mesa sin saber que más decir mientras Gavi sigue cocinando unos huevos revueltos con unas tostadas, no sentía ganas de hacer algo más elaborado, hasta se planteó pedir un Glovo con tal de no cocinar.

No le había dado tiempo a ducharse por él hambre que tenía, había puesto el teléfono a cargar y corrió a preparar el desayuno.

Acabo de preparar los huevos y puso los platos en la mesa, para darse cuenta de que unos ojos azules lo miraban atentamente.

—¿Robert? Tenías que seguir durmiendo, aún es temprano—no sabía ni la hora que era, el polaco lo miró confundido.

—Son las doce de la mañana Gavi,—le comentó mientras se sentaba y agarraba un plato, todo sin mirar a los ojos al omega.

—Bueno...—gruñó el español sintiendo el olor de Robert esparcirse por la cocina, aún seguía sensible por el celo y realmente su olor era bastante...

—¿Estas bien?, ¿necesitas un paracetamol un ibuprofeno?, ¿algo en específico?

Pablo empezó a sentir la excitación en el vientre, el olor lo estaba poniendo demasiado sensible y cachondo, en cualquier momento se iba a doblegar.

—Nada, solo come...—intentaba comer lo más callado posible, sin soltar los gemidos que reprimía en la garganta, odiaba salir de los celos por eso, directamente los odiaba en sí.



Al cabo de media hora estaban follando de nuevo, Robert embistió a Gavi contra la alacena mientras el otro era un mar de lloriqueos y gemidos, había momentos en los que se le caía hasta la baba.

—Rob, Rob... ahí ahí— era lo único que podía decir él omega mientras soltaba un suspiro.

—Gavi—el nombrado lo interrumpió con un beso y un olfateo en el cuello.

—Pablo—murmuró en su oído el español—así...

—Pa-pab-pablo me voy a correr—gruño mientras llenaba al otro de semen.

Gavi suspiró sintiendo como la moral abandonaba su cuerpo luego de ese polvo, sin saber que hacer, si volver a su comportamiento decente, le dijo a Lewandowski:

—¿Quieres hacerlo ahora en la ducha?—le guiñó el ojo,—Podrías anudarme allí, estar calentitos...

Pablo no pudo acabar de decir eso, ya qué el polaco lo cogió en brazos mientras gruñía y se dirigía al baño.

Una última vez no puede hacer daño, fue lo que pensó el mayor en ese momento, luego pararé y dejaré las cosas claras con el.

Pablo Gavira se sentía un omega completo mientras estaba con Robert Lewandowski por primera vez en mucho tiempo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

JOVENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora