Y; él es único.

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Yacen, en ese entonces, las cuatro de la mañana en un asentamiento polvoriento cuyas ventanas opacas reflejan la luz del Sol en la tierra. Tierra con tintes rojos ya secos de una masacre pasada, el asentamiento yace abandonado debido a eso. Se ve de una lejanía a un joven viendo desde la lejanía, tiene armadura de color café acompañado con gemas naranjas. 

Se ve como descansa en un plantón gris de piedra con plantas y árboles descuidados como única compañía. Hay una lápida mal colocada que se tuerce directamente al lado derecho de la misma, no tiene nombre pero hay una pinta que lee "Judas" y  debajo de está dice: "Gran maestro, lo vi como padre". La oración está escrita con un negro de tinta de calamar, esta a pluma y decorada con toques dorados. "No doy más. A veces es una vida, a veces son mis esperanzas.". Esa última oración está escrita en rojo, tiene rayones negras que intentan taparla pero sin éxito. 

El joven al costada está sentado leyendo un libro, mientras oscurece alrededor se levanta y hace una pequeña fogata. Lee un poco más un viejo libro, tiene el lomo desgarrado y las hojas amarillentas de el uso. Ahí lee: "EL ARTE DE FORJAR", un viejo recuerdo del joven y de su vida anterior dónde tenía lo más parecido a un padre. En la lejanía se alza el viento y la tempestad trayendo lluvia a más adentro, el joven mira esto y torna las pocas pertenencias directo a dentro del asentamiento. 

"¿Quién es Judas?"

Nadie, en especial, nada resaltante para un caballero de la vieja orden que era amigo del príncipe en ese entonces. Un maestro en la espada y forjamiento, pero en especial con una pasión extraña hacía lo inoportuno y el aprendizaje. 

"¿Quién era el otro?"

Ese que resalta de dorado en las memorias del plateado maestro, no hay muchas palabras sobre él. Mandar a matar niños no está bien, pero tampoco es malo el miedo. Miedo al cambio y futuro que una vez trajo la profecía, recelo a lo que alguna vez fueron ellos dos.

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En una sala enorme dentro del edificio más grande de las ruinas yace un trono dorado sucio cubierto de sangre. Hay bastantes escombros tirados en el suelo y alrededor, restos del mismo techo de madera caídos por la tempestad del clima de la montaña. Un espectro se posa encima del trono dorado, el rey. 

"Pudieron terminar mejor las cosas" piensa para él mismo mientras está sentado en la pila de decadencia que una vez fue su futuro. Y se puso a recordar aquellos momentos con "él".

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En una tarde lluviosa en mitad de la jungla la figura pequeña se acurruca dentro de una base semi improvisada de hojas de árboles y tablones húmedos y densos. Su armadura está mojada y pesada, pero no lo suficiente como para sacarla, nunca suficiente para eso. 

"¿Judas?" pregunta al espacio frondoso delante suya, vio hace unos momentos al más alto retirarse en busca de comida para pasar la noche. Él mismo quería acompañarlo pero Judas se negó completamente diciendo que de los dos era el príncipe quién tenía más importancia.

"En el hipotético caso que no vuelva..." le dijo esa frase que le punzó el corazón como si fuera una espada de la aguamarina más pura. 

Escucha el movimiento de unas hojas y arbustos delante suyo, agarra la espada de hierro a su alrededor y se pone en posición de ataque esperando solo lo peor. El movimiento sigue y poco a poco se acerca una criatura, es un lobo blanco pequeño que no parece estar interesado en él y solo va de paso. Decepcionado y ya sin la adrenalina en la sangre, decide sentarse de nuevo a que pase el tiempo de nuevo.

Dentro de unos meses es su coronación y al fin tendrá acceso a los libros de profecías de los antiguos. Ojalá estos meses pasarán aún más rápido para acelerar todo el proceso, tiene grandes ideas que ya habló y discutió con los demás líderes caballeros y con Judas, en especial con él. Siente ese hormigueo en todo el pecho cuando se pone a pensar en ellos dos y lo que les afronta en el futuro, tienen planes algo distintos, pero no lo suficiente como para separarlos.

Y, él es único. [Royaltyship]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora