En un gran pueblo que se encontraba iluminando por los faros de las calles se encontraba refugiado en el sonido del viento chocando con las hojas secas de los los árboles viejos y altos.
El pueblo era silencioso a altas horas de la noche, pero en uno de los techos a las orillas del pueblo se encontraba una joven admirando el cielo, observando lo que ella describía como la belleza de nuestra naturaleza, las estrellas siendo las pecas del cielo y los planetas sus lunares pintando lo de colores y figuras.Esta joven no estaba sola, le hacía compañía su pequeña gata llamada 'Aster', nombrada por las estrellas que iluminaban la oscura noche en la que la encontró en su pequeño recorrido habitual por el bosque.
- Aster, ven aquí - le dijo la joven con una voz juguetona esperando que su gatita se recargara sobre ella. La gata con toda confianza y seguridad que le tenía a la joven se abalanzó contra sus piernas y se acostó reflejando en sus brillantes ojos el cielo estrellado e iluminado por planetas y estrellas.
- Que bonito cielo no crees Aster? - hablo la joven que admiraba la bella noche.
- Definitivamente - contesto su hermano, quién se acercaba hacia ella por atras, regañando a su hermana con la mirada por estar afuera a altas horas de la madrugada mientras se quita su chaqueta para dársela a la joven.
- ¿Milo? ¿Qué haces despierto? Es media noche... - dijo la joven con voz preocupada pero relajada mirándolo fijamente a los deslumbrantes ojos verdes oscuros que poseía su hermano.
- Lo mismo te pregunto Diana... - le susurro mientras se sentaba en el techo a lado de su hermana menor dejándole la chamarra extendida en la espalda.
Se quedaron en silencio por unos momentos, pero no era un silencio incómodo que deseas que se acabe, si no un silencio en el que te sientes bien y no quieres que termine.
- Las estrellas siempre son brillantes en otoño, se ven increíbles... - menciono Diana esperando una respuesta de su nuevo acompañante.
- Las estrellas siempre brillan, pero hay que saber cuándo verlas - comento a su hermana mientras tomaba a la pequeña gata blanca con ojos grisáceos.
El ruido del teléfono avisa a los tres individuos que acababan de dar la una de la mañana, dándole fin a ese hermoso momento de paz entre familia.
- Hay que irnos, es tarde y hace frío - Dice Milo esperando a su hermana que se encontraba aún sentada y atontada viendo como las estrellas brillaban.
- Voy - dijo ella con una voz rebelde y sin ganas, pero feliz de poder haber compartido ese momento con su hermano.
- Vamos Aster, hora de acostarse - La chica un vez que se paró, le hizo unas señas a su gatita para que la siguiera.
Bajaron del techo con cuidado y silencio para llegar a sus balcones de sus acogedoras habitaciones. Cada uno en su lado de la pequeña y vieja casa, despidiéndose del otro y deseando las buenas noches para así que cada uno se fuera a descansar.
En una de las habitaciones se encontraba Diana y su gatita Aster, acostada bajo la cobija que tenía en su cama mientras disfrutaba el ruido que tanto le tranquilizaba. El gran sonido de la naturaleza, de los grillos y de los árboles cantando al compás con el aire, mientras que la luz de la luna entraba a su cuarto iluminando una pequeña parte de su pieza.
En la otra habitación se encontraba un angustiado pero cansado joven que solo pensaba y pensaba mientras contemplaba el techo con el ventilador a media velocidad.
Sabía que su hermana seguía despierta por los sonidos de la noche, ya que es lo que más le encanta escuchar, por lo que en vez de preocuparse, espero y comprendió una vez más el por qué a su hermana le gustaba tanto esa gran melodía de la naturaleza que se escuchaba a través de las cortinas que tapaban gran parte de la ventana.
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La Luna Y Yo
FantasyUna hermosa casa Un tranquilo pueblo Unos hermanos curiosos Y un viejo bosque Es el perfecto lugar para estos jóvenes que disfrutan distraerse con la naturaleza. Pero su atracción favorita siempre fue... ~La luna~