“Soñé”
Muchos pensarían, sino es que todo el mundo, que aquella luz verde que despide una varita de alguien, significa el final de la vida del receptor. O que la mordida de una serpiente venenosa y gigantesca, es muerte segura. Y que la palabra muerte siempre conlleva a un sinónimo… no volver a ver a tu ser amado jamás.
Pero hay dos personas que no piensan igual. Hubo un tiempo en el que Harry Potter también se dejó convencer de esa idea, más precisamente, los días siguientes a la muerte de su amado Severus, durante la batalla de Hogwarts. Pero una noche, justo una semana después que la resignación casi tocaba su triste mente, un sueño significó todo en su mundo.
Debió imaginarlo de alguien tan hábil y excelente legerementista como lo era Severus. Al Harry seguir siendo débil de mente, y más con su luto, cualquiera que fuera diestro en ese arte, penetraría en su cabeza sin problema. El amor que aún latía en su corazón destrozado, también jugó un papel crucial. Así, Severus Snape pudo regresar con el amor de su vida, o más bien, su amor eterno.
El joven mago salvador del mundo entero, primero soñaba con un par de ojos negros mirándolo fijamente, sin ninguna otra expresión adicional a la de un inmenso amor. Reconocería esa mirada hasta el fin de los tiempos, era la mirada de su difunto profesor y amante.
Días más tarde, logró vislumbrar una nariz ganchuda debajo de aquellos ojos. Ya pasando a la tercera semana, un rostro completo hacia acto de presencia frente a él, el rostro del pocionista más talentoso que haya existido.
La boca le sonreía amable y enamorada, la blancura de su piel era etérea y hermosa. El cabello se notaba sedoso y profundamente negro, y su expresión siempre seria y ceñuda, cambio por una de completa y absoluta felicidad y paz.
El despertar para el Gryffindor era realmente nostálgico y anhelante. Eran producto de su imaginación seguramente aquellos sueños tan reales y vívidos. Su necesidad de añorar a su novio a su lado en carne y hueso, lo hacía alucinar con él cada noche, rompiendo su corazón cada mañana con la llegada de la luz del sol a sus párpados cerrados, y sacándolo a su terrible realidad.
Le comentó a Hermione sus sueños, y ella en lugar de mirarlo como a un loco, sus ojos se aguaron y acto seguido lo abrazó fuertemente. Le repitió de nueva cuenta, que contaba con todo su apoyo por si necesitaba hablar sobre Severus, o simplemente escucharlo sobre cualquier tema que quisiera tocar para despejarse.
Pero algo extraño pasaba conforme los meses seguían su curso, y es que, el cuerpo entero se iba plasmando tan claramente en la oscuridad de sus sueños, que era casi algo irreal. Harry quería acercarse hacia él y tocarlo, sentir que el sueño era su verdad absoluta, y no al revés. Pero aún no era momento, Harry también necesitaba materializarse en el sueño, y no sólo verlo desde afuera, como un espectador.
Si le preguntaran algún día, de la fecha exacta en la que por fin Severus se materializó de cuerpo entero, y tomó por primera vez su cálida mano tiernamente, ese sería un 23 de octubre, el día de su aniversario, justo un año después de su primer encuentro como amantes.
El más joven derramó lágrimas de felicidad, cuando realmente pudo saborear de nuevo, esos labios que tanto placer le habían causado. Adoraba que, aunque por fuera se vieran como líneas finas y pálidas, ocultaban su carne jugosa dentro de su boca. Amaba mordisquear y lamer los labios ajenos, podría pasarse horas enteras haciéndolo y jamás se cansaría.
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Soñé
RomanceDespués de la muerte inevitable de Severus durante la batalla de Hogwarts, Harry sólo desea una cosa, y es volver a verlo; sin embargo, los deseos más profundos se manifiestan de la manera menos esperada y con sueños maravillosos.