Era 01 de Junio de 1997, faltaban ocho días para mi nacimiento.
Mi padre se pasaba el día o en casa tomando cervezas o fastidiando a mi madre y dándola más trabajo y disgustos, porque no la ayudaba ni a cuidar de mi hermana mayor. Se pasaba de lunes a viernes ''en el trabajo'' y los fines de semana, bueno, casi todos, se los pasaba viendo la televisión en el sofá y tomando cervezas hasta quedarse dormido en el sofá.
Dos días despúes de que mis padres tuviesen otra de sus discusiones, mi mamá fue al baño y yo noté como algo se desprendía de mí, mi hermanito Adrián. Era aún muy chiquitín, la tercera parte más pequeño que yo.Cuando llegó el día en que nací, algo extraño sucedió, algo en mi interior provocó una angustia en mí, que hizo que se me enrrollase el cordón umbilical en el cuello dejándome en la UCI durante un mes. Creo que echaba de menos a mi hermanito y no quería vivir sin él.
Al salir de ese horrible lugar, en el que también me obligaron a chupar de algo grande, que se supone que me iba a nutrir lo que contenía adentro. Creo que lo llamaron Teta, y a mí no me gustaba, yo prefería mis dedos de las manos o de los pies o mi puño entero o cualquier cosa que fuese mejor que eso.
Cuando por fin me asearon, me vistieron y nos disponíamos a ir a casa, mi mamá esperó a mis abuelos, porque mi padre estaba '' trabajando". Como era por la tarde y mi hermana mayor había salido del colegio ya, fue la segunda en darme cariño físico, porque obviamente mi mamá fue la primera en darme su amor, de hecho, se quedó cada noche conmigo cogida de mi mano y preocupada por mí.Un mes después, me bautizaron. Mi familia hizo dos celebraciones en una, mi "resurrección" y el propio bautizo, pero nadie parecía feliz, ni en las fotos ni porque yo estuviese bien, la única a la que se la veía feliz, era a mi hermana mayor que tenía cinco años y mientras jugaba con otros niños, que yo suponía que eran parientes míos, alguna que otra vez, venía a ver como estaba y a darme un beso. Y mi mamá, que también intentaba estar feliz, me miraba y sonreía, pero luego volvía a escuchar comentarios vulgares hacía mi persona con respecto a mis abuelos y yo lloraba por todo y me daban comida cuando lo hacía. Me daban o biberón con una cosa muy rica, que aunque parecía pis, sabía muy rico.
Los meses pasaban y yo iba creciendo y explorando lugares, formas, colores, y para colmo me estaban saliendo mis primeros dientes, tenía la necesidad de explorar comiendo todo lo que encontraba a mi paso, colillas, trozos de conchas, arena,(eso fue en mi primera salida de vacaciones). También cada vez que iba a algún sitio llamativo o veía algo nuevo, mi intención era llevármelo a la boca y probarlo. Por eso entre mi mamá y mi hermana decían:
-¡Venga, vamos a ver que se ha tragado mi hermanita hoy!-
Yo era como el bolsillo de Doraemon, solo que yo lo único que contenía eran;botones, fichas de algún juego de mi hermana, chinchetas, clips, caracoles crudos, trozos de hierba, tizas, colillas, etcétera, etcétera, etcétera. De milagro que solo me salían lombrices de vez en cuando.
Me gustaba llamar la atención, era mi forma de decir que estaba ahí.
Siempre encontraba la forma de divertirme sola o de sacar de quicio a mi madre y claro, con un hombre cojín en casa que solo se pasaba a comer y tomar sus cervezas, pues que iba a hacer yo, pues pasar el tiempo como mejor sabía, liándola. Un día, en pleno invierno, en Madrid, que ya sabemos lo frío que es en esa época del año, mi mamá estaba hablando por teléfono, habiéndome dejado a mí en mi cuna con mis juguetes, pues yo me aburría y me sentía sucia y lo que hice, le costó a mi mamá mucho dinero pero montamos nuestra primera fiesta de la espuma privada. Os explico. Resulta que me había salido de la cuna, me metí al baño y me desnudé y me metí en la bañera y me empecé a untar de jabón, como veía que no hacía espuma, me echaba más gel, así hasta que gasté todo el bote de gel y mi mamá vino a quitarme todo ese jabón.
No se enfadó conmigo porque mis palabras fueron:
-¡Mira mamá me estoy bañando!-, muy tierna, sonriendo con mis primeros dientes.Como esas otras tantas como pintarme y gastarle los pintalabios a mi mamá, morder todo y a todos los que se me ponían por delante,cosa que intentaron evitar mis padres, sobretodo mi padre, que lo hacía de una forma de lo más cruel. Mi padre, ponía una de sus manos como si fuese a dar la mano a un amigo y me decía:
-¡Muerde!-, y la inocente de mí mordía, pero antes de poder morder, mi padre con la otra mano en horizontal y haciendo un movimiento como de tengo mucho dinero, pero hacia mi boca. ¡Era una estupidez! Porque no obtuvo ningún resultado. Lo único que me funcionaba era o el biberón o chupar pan o morder mis delitos o a la gente, eso lo descubrí más tarde, en la guardería. Cada día, algún niño o niña se llevaba a casa mi marca registrada de mis primeros dientes. A mi madre, la aconsejaron untarme los labios con pimienta o tabasco cada vez que mordiese algo que no debía. Así me pasa ahora, que soporto muy bien el picante.
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Memorias de una Chica Depresiva.
Non-FictionEsta es una novela de auto ayuda para chicas que tienen pensamientos relacionados con la muerte o que tienen depresión constantemente. Esta novela es para ayudar a superar esas malas rachas y a confiar en que siempre hay alguien que nos ayuda a sali...