La misión

557 41 48
                                    

En el mundo hay personas que por una razón u otra te caen mal y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo. Hay algo dentro de ti que simplemente no encaja con esa persona en concreto, no importa cuanto intentes cambiarlo. Es algo superior a las dos personas. Algo que era así por qué estaba destinado a serlo.

Cualquiera que tuviera dos dedos de frente simplemente trataría de vivir ignorando la existencia de ese alguien.

¿Pero qué harías si no pudieras ignorarlo?

¿Qué pasa si además trabajas con esa persona?

¿Qué pasa si no puedes evitar verle la cara a cada paso que das?

Pues que acabas teniendo un humor pésimo y un instinto de asesinar a cualquiera que ni siquiera tendría que tener cabida en este mundo. Eso era lo que le estaba pasando a Chuuya y todos sus compañeros de trabajo eran conscientes de ello. Era por eso que pocos se atrevían a acercarse a ella, algo que tampoco le importaba demasiado a la pelirroja. Suficiente tenía ya con lo que tenía que soportar por ser una ejecutiva de la Port Mafia.

— Antes de que te des cuenta te saldrán demasiadas arrugas como para que te puedan reconocer —Se burló alguien a sus espaldas.

Sin mirarla ya sabía de quién se trataba.

Su enemiga mortal.

Osamu Dazai.

— Veo que el ahorcamiento de ayer no tuvo suerte —Respondió de vuelta con un tono brusco—. Una verdadera pena.

— Lo se Chibi —Soltó un suspiro dramático—. Aunque esta vez estuve más cerca que antes.

Chuuya ignoró la presencia de la contraria mientras que seguía caminando por el pasillo que llevaba al despacho de Mori. Había sido convocada a una reunión que no podía rechazar a pesar de la tensión que se había instalado en su pecho desde que se lo habían comunicado. Lo único que la mantenía tranquila era que sabía que no había hecho nada mal. Su trabajo siempre había sido impecable y había sido reconocido en más de una ocasión. No tenía de que tener miedo.

Chuuya únicamente sentía la presencia de la castaña por el ruido que hacían sus tacones a la hora de caminar. El pasillo se encontraba completamente vacío a excepción de ellas dos por lo que no había forma de hacer oídos sordos.

Por suerte, la puerta de la oficina apareció frente a ellas después de que pasaran un par de minutos caminando en línea recta. Pero cuando apenas faltaban unos pocos metros fue que Chuuya se detuvo de golpe y enfrentó a Dazai.

— ¿Hasta donde piensas seguirme bastarda?

— ¿Quién te dice que te estoy siguiendo? —Soltó un suspiro de incredulidad—. No eres tan importante para que pierda mi tiempo en ti.

— Mira desperdicio de vendajes... —Amenazó Chuuya.

Antes de que una pelea empezará entre ellas la puerta de la oficina se abrió y dejó ver a un Mori sonriente que rápidamente hizo desaparecer las ganas de pelear de la pelirroja y calló los comentarios irónicos de Dazai.

— Veo que ya venís juntas —Mencionó Mori como saludo.

La castaña desvío la mirada sin tratar de disimular y Chuuya solamente afirmó con la cabeza.

Cuantas menos palabras intercambiará con el mejor.

Eso era lo único en lo que ambas estaban de acuerdo.

Las dos ejecutivas entraron en el despacho apenas Mori les dio vía libre para ello y se colocaron frente a su mesa con una postura rígida, al menos por parte de la más pequeña.

Noche de chicas | Fem Soukoku |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora