La señora Lucía recogió los trastes del postre, los colocó en su bolsa de asas y se despidió del padre Pedro, luego salió a su casa, pasando por el angosto pasillo repleto de cuadros y figuras religiosas. Se detuvo a admirar uno enorme, era una pintura de un hombre de barba negra en una plaza blanca. Le causaba mucho gusto verla, parecía una fotografía y ella creía que al padre le gustaba tanto por el otro personaje del cuadro: El primer vicario de Cristo.
Pasó después frente a la virgen de Fátima de 3 metros, su manto tenía los colores tan vivos como cuando la trajeron a la iglesa. Podía ser yeso esencialmente, pero ella y docenas de almas más colocaban su fé en ella, lo que, creía firmemente, la mantenía conservada.
Se persignó frente a ella, salió al exterior y le extrañó no ver al sacristán tomando aire como solía hacer. Siempre estaba pendiente de ella para cerrar la reja del atrio.
-¡Ya me voy don Chucho!- Gritó a forma de despedida, para que cerrara la puerta más que nada.
Cuál fue la inesperada sorpresa, en las faldas de la reja estaba tendido don Chucho, de espaldas, sin ojos, con el brazo derecho extendido sosteniendo una piel de vaca llena de sangre. Gritó tan fuerte que el padre Pedro salió inmediatamente. La noche fue difícil. El padre llamó a la policía y la señora Lucía tuvo que mantenerse en la oficna.
Un joven policía la calmó, le llevó un té de manzanilla. Mientras el detective Ruíz, un hombre con piel casi gris, fue con el padre a darle las nuevas:
- ¿Tiene idea de su don Chucho andaba con eudas o en malos pasos?-
-En absoluto-dijo casi indignado el padre- Es.. era más que un buen hombre, si, temperamental, pero querido dentro y fuera de la iglesia-.
-¿Qué hay de las vacas? ¿Tenía animales o los criaba?-
-Tampoco, su única vocación siempre fue la iglesia, a su manera-.
-Si, eso suponía... padre, no hay forma de decir esto, será mejor que lo vea por sus propios ojos- Dijo el detective, sacando de su gabardina una fotografía.
Era la foto del brazo derecho del finado, y lo que sostenía en la mano, la piel de vaca, no estaba manchaza al azar e sangre. Pedro lo reconoció inmediatamente.
-Esa composición- dijo respirando con dificultad, sentía el sudor frío ya en las manos temblorosas- Es.. usó la sangre para para copiar al Mago, y la Piera-.
-¿Composición? ¿Me está diciendo que eso es una pintura real?-
-Asi es oficial, es una obra que tenemos en el pasillo, por favor sígame-
-No está en posición de - decía, pero, el padre ya estaba caminando al pasillo de las pinturas.
Si, la noche fue larga.
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El Pacto de Simón.
General FictionUn parroco debe enfrentarse a un aparente desconocido enemigo que parece compartir con él muchas cosas, incluso su identidad. Portada: Editorial La Gatita Lunar