Su vida no era muy interesante para ser sincero. Era alguien tranquilo que se encargaba de tal vez regar sus plantas, hacer su comida, sus clases y por supuesto tener un largo tiempo para sí mismo.
No lo mal entiendan, para alguien como Max su vida era reconfortante, algo repetitiva pero no podía quejarse. Tampoco diría que se encontraba con deudas, al contrario, era una persona tan responsable que incluso no muchos lo creían.
El tema de salir con amigos no era algo que le llamara la atención. Recuerda muchas veces negar salidas solamente por interrumpir una de sus actividades con su trabajo.
Hablando de trabajo.... Bueno, él definitivamente era una persona que adoraba su trabajo, muchas personas decían que había nacido para ello y seguramente así había sido.
Después de todo no era sencillo cuidar de niños que aún se encontraban en sus primeros aprendizajes, eran niños que tenían que aprender para poder empezar la primaria totalmente preparados; se requería de paciencia, de tener mucho amor por su trabajo y también en sus alumnos.
Max tenía todo eso y es por ello por lo que era un maestro de preescolar.
Seguramente el más dulce y amable ante los ojos de unos pequeños que se encontraban en pleno crecimiento.
Podía decir sin equivocarse que eso era su vida.... Era su única familia.
Escuchó la voz de los padres que venían a recoger a un niño pequeño.
Sonrió enormemente al ver a un joven padre de cabellos rubios preguntar por Yuki. Era lindo saber que aquel niño tenía el amor de sus dos padres.... Incluso le daba esperanzas en un futuro.
Tal vez... Algún día él podría tener esa clase de familia.
- Yuki, tus padres ya llegaron por ti - avisó con una sonrisa suave a aquel niño que esperaba con su mochila en sus hombros, levantándose apresurado para ir a la salida, siendo recibido por los brazos abiertos de sus padres.
- ¡Adiós, maestro! - escuchó como el pequeño se despedía, moviendo su manita con felicidad antes de marcharse, a lo que Max correspondió el gesto, despidiéndose de igual manera antes de volver a adentrarse al salón.
El salón se encontraba en silencio, asumió que ya todos los niños se habían ido, hasta que la vio a ella.
El rubio de ojos azules se extrañó por eso y claro que la conocía, era la pequeña Lily de cinco años una de sus alumnas más tranquila y cortés. Sabe bien que era algo tímida pero ya tenía su pequeño grupo de amigas con quienes hablaba y jugaba sin causar alboroto.
Se extrañó de verla allí, puesto que siempre pasaban a recogerla temprano, por no decir que suele ser la primera en salir y con esto sabido era claro que ya era un poco tarde.
- ¿Lily? Creí que ya habían pasado a recogerte - se acercó a esta, quien se hallaba sentada con su mochila en brazos, moviendo sus pies de adelante hacia atrás.
La pequeña castaña casi rubia negó, bajando su mirada con tristeza al ya no tener a nadie con quien hablar, sus amigas se habían marchado hace rato y ahora que estaba sola, se preguntaba cuando vendría la niñera a buscarle. Max miró la tristeza de ella y automáticamente supo que debía de hacer algo para distraerla.
- Bueno, ¿Qué te parece si esperamos juntos a que vengan a recogerte? No deben tardar mucho en venir por ti, ya verás que vendrán pronto - Le dedicó una pequeña sonrisa, a lo que Lily le miró, asintiendo un poco mientras la sonrisa se le contagiaba - ¿Quieres que te haga un peinado? - Nuevamente ella asintió mucho más animada que antes - ¿Cuál quieres que te haga?
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Lily
Fanfiction- ¿Está mal haber acabado enamorado de esta manera cuando se supone que yo lo único que debía hacer era cuidar de ella? . . . . . . . . . . . . - ¿Está mal?" ---- Donde Sergio es un padre soltero y se encuentra en apuros cuando su niñera renuncia. M...