Spiderman siempre se levantaba; sin importar que tan fuerte fuera golpeado. Que tan herido estuviera. Que tan cansado, siempre se levantaba, sin embargo, Peter ya no podía hacerlo, ya no quería. Detrás de la máscara estaba una persona, un ser humano con defectos como cualquiera, con inseguridades y sentimientos. No era una maldita maquina para no sentir nada. Estaba cansado de que el universo se empeñara en limpiar el suelo con él, de que nada le saliera bien, más allá de su trabajo como héroe, o, mejor dicho, con su caridad como héroe porque no había remuneración al arriesgar su vida.
Todos amaban a Spiderman, pero nadie quería a Peter.
Su vida parecía estar estancada a sus 39 años sin haber logrado nada significativo; tenía su título universitario, pero de nada servía si no podía conseguir un trabajo decente, mucho menos conservarlo por tener que ausentarse cuando el deber llamaba. En más de una ocasión quiso abandonar.
Lo intentó una vez, pero la culpa a la memoria de su tío Ben, y saber que las personas lo necesitaban le hicieron regresar a portar la máscara. Debido a sus problemas financieros vivía en un departamento en el peor barrio de la ciudad, apenas y tenía espacio para nada. Al atravesar la puerta se encontraba con un tapete descolorido de bienvenida, a su izquierda una televisión que no funcionaba frente a una mesita de segunda mano y una silla de plástico, eso era su sala y comedor, más adelante había un intento de cama con un colchón inflable con tantos parches de telaraña que parecía decoración de Halloween. A su derecha había una bicicleta que ya no recordaba cuantos años tenía con ella, era su único medio de transporte cuando no se balanceaba por la ciudad, más adelante había un colgador de metal con un par de prendas y dos pares de zapatos, una puerta que llevaba al baño y era todo su hogar.
Si necesitaba lavar ropa tenía que ir a la lavandería, el departamento tampoco tenía cocina por lo que comer comida chatarra se volvió un hábito para él, notando las consecuencias por su subida de peso, pero no tenía opción, a penas sobrevivía con lo que le quedaba del seguro de vida de su tía May que había abandonado este mundo ya.
Por un instante Peter creyó ver la luz al final del túnel, la oportunidad de un destino mejor al ser reclutado para proteger el multiverso, aceptó sin pensar demasiado en las consecuencias o en lo que conllevaba enfrascarse en una tarea de tal magnitud.
Las primeras semanas, las primeras misiones fueron emocionantes, Peter estaba descubriendo tantas nuevas cosas, pero como todo en la vida, la novedad en algún momento deja de serlo y cuando eso alcanzó a Parker regresó a su desilusión inicial.
Aún así, hacía lo posible por proteger tanto su ciudad como el multiverso, yendo a misiones cuando era solicitado por Miguel, quien era el líder de aquel lugar y que le daba momentos de risas al molestarlo tan fácilmente, siempre tan estricto y seguro de si mismo.
"Si yo fuera millonario, también andaría a mis anchas por todos lados." Pensaba Peter cuando una pizca de celos se albergaba en su pecho al creer que la vida del otro estaba resuelta, pero al llegar a conocerlo mejor se dio cuenta que no era así, el tener éxito había tenido sus consecuencias y tropiezos.
Peter no entendía del todo porque su amistad con Miguel se había profundizado tanto, era de los pocos que sabían del origen de sus poderes, quizá junto con Lyla, era el único que sabía de su adicción involuntaria a la droga que le hicieron consumir con engaños.