𝘏𝘪𝘤𝘦 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘮𝘢𝘭𝘰

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El mayor de los hermanos Kawata estaba en el restaurante que compartía con Souya, sirviendo una orden de fideos mientras su hermano atendía a otros clientes. Entre el bullicio, escuchó una voz familiar que lo estremeció: Rindou Haitani, quien había venido a visitar a Souya.

Dejó a un lado la orden que preparaba y se enfrentó a Rindou, su instinto le advirtió que algo no estaba bien. Antes de darse cuenta, estaba viendo cómo los bomberos luchaban por salvar la vida de su amado hermano después de un terrible accidente. Rindou observaba desde un rincón, ocultándose como el criminal que era.

—Lo lamento, señor Kawata, pero no se puede hacer nada por Souya—, dijo uno de los paramédicos, dejando a Nahoya devastado.

—No... No puede ser verdad, él es fuerte, no puede morir así de fácil— exclamó entre lágrimas mientras se acercaba al cuerpo de su hermano—. Vamos Sou, esta tiene que ser otra de tus bromas, ¿verdad? ¡¿Verdad?! ¡Por favor, despierta! ¡SOUYA, DESPIERTA!—

Se despertó bruscamente de la cama, hiperventilando. Afortunadamente, solo era una pesadilla, aunque había sentido tan real como aquel fatídico día. Medio año había pasado desde el incidente que dejó a toda la región de Kanto conmocionada y a Nahoya destrozado. Y si bien había logrado seguir adelante manejando el restaurante solo, aún sentía la falta de su hermano tanto en la cocina como en su vida. Era como si la mitad de su alma hubiera sido arrancada.

Eran las tres y cuarto de la mañana, apenas tomó un suspiro antes de volver a acostarse. Durante ese tiempo, había reflexionado sobre la idea de vengarse de Rindou Haitani. Estaba convencido de que él estaba detrás de todo, pero ¿cómo podría demostrarlo ante las autoridades? Sería su palabra contra la de un criminal.

Se sumió en la oscuridad y el silencio de su habitación, incapaz de cerrar los ojos y volver a dormir debido al miedo de revivir aquella fatídica escena y al deseo de hacer justicia por su propia mano. Las horas pasaban mientras daba vueltas en la cama, buscando algún consuelo para su dolor y su gran ira, que crecía cada vez que recordaba el cuerpo sin vida de Souya.

Cuando se dio cuenta, eran las seis de la mañana. "Genial, otra noche sin dormir bien", pensó para sí mismo. Se levantó sin muchas ganas, se bañó, se vistió y tomó su mochila con su uniforme de cocina para "iniciar" otro día de trabajo.

La vida en el restaurante continuaba, pero Nahoya sentía que estaba en piloto automático. La llama que solía arder en sus ojos mientras preparaba un exquisito ramen ahora se había apagado, dejando solo un destello de la pasión que alguna vez compartió con su gemelo.

Estaba preparando el fondo del ramen cuando, sin darse cuenta, sus excompañeros de la Tokyo Manji entraron al restaurante. Eran Takashi, Hakkai y Seishu, con quienes no había hablado desde el funeral de su hermano.

—Hey, Smiley, ¿Cómo estás después de eso?—

Nahoya volteó a verlos desde la cocina—. ¿Cómo quieres que esté, Mitsuya? Es como si te hubieran quitado a tus hermanas.

—No has dormido bien, ¿verdad? Se te nota en las ojeras—.

—¿Y a ti qué te importa, pelón de mierda?—

—No hay necesidad de ser agresivo—.

—Como si no fuera agresivo desde la adolescencia, Inui—.

—Venimos a verte porque nos preocupas, te has distanciado de todos desde que tu hermano murió—.

—No quiero su lástima, ya tengo suficiente con la de los medios. No insistan, solo váyanse—, dijo Nahoya mientras volvía a realizar sus actividades cotidianas.

Los excompañeros intercambiaron miradas preocupadas antes de retirarse, dejando a Nahoya sumido en su soledad. Mientras continuaba con su rutina en el restaurante, una idea más clara sobre su venganza empezó a tomar forma en su mente. No podía ignorar la sensación de que Rindou Haitani estaba involucrado en la tragedia de su hermano.

𝐈 𝐃𝐢𝐝 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠 𝐁𝐚𝐝 | 𝐇𝐀𝐘𝐋𝐎𝐅𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora