11/11/23
Realmente no me preocupaba mucho por ciertas cosas, que se suponía, eran importantes, como el futuro examen de ingreso a la universidad de leyes, el hecho de que dentro de poco sería un adulto y tendría que mantenerme por mi mismo, que debería de trabajar, y abandonar al menos la mitad de mis hábitos por el gran cambio de la vida de adolescente a la vida adulta.
Solía preocuparme más por algún libro o película que me gustasen, me ayudaba a distraerme por un rato al menos, o viendo Twitter, o tal vez videos, o escuchando música... Hasta que recibía una y otra vez el maldito aviso de que debía prepararme para todo lo anterior.Si tuviese el mismo humor y energía que hace un par de meses atrás, de seguro esto sería más sencillo y tampoco me costaría horrores levantarme de mi cama, tampoco dormir, y mucho menos hacer mis tareas cotidianas, que hasta cierto punto se resumen en solo estar sentado u acostado viéndo el celular. Pienso que todo sería más sencillo si aún tuviese ese humor, las cosas me importaban un poco más al menos, por lo menos me esforzaba aunque sea un poco en hacer algo por mi mismo, lo cual casi nunca hice.
Me era complicado concentrarme en aquellas cosas, no porque me costaran, si no porque estaba tan agobiado emocional, mental y físicamente que no tenía ganas ni de pensar en hacer las cosas... No quería comenzar a estudiar, ni siquiera quería ver esos libros tan gigantes, no quería comer porque la angustia me quitaba el hambre, no quería hablar porque no sabría de que, no quería salir porque la ropa era tan horrenda, no me gustaba como me veía, no quería verme mal, no quería que vieran que estaba mal. Tampoco quería hablar de eso, lloraría sin siquiera empezar, "¿Qué te pasó?, durante la primera etapa sacabas buenas calificaciones, y ahora no, estás distraído, apenas y miras el pizarrón", fueron las palabras de mi profesora de matemáticas, durante clases particulares, y en verdad no me había dado cuenta hasta ese momento, o bueno, si lo había notado un poco antes, pero cuando otra persona es quien te lo dice, se siente diferente. No había abandonado mi trabajo en clases, tenía excelentes calificaciones y todo, pero siempre veía el celular, si siquiera sabía lo que esperaba ver allí, pero quería que algo llegara, apenas y veía el pizarrón por el lugar en el que me sentaba, y porque era una pizarra a fibra, pero eso no importaba, porque tenía oportunidades de pedir los apuntes y no lo hacía... Algunas de mis carpetas terminan meses atrás, no hay hojas allí o simplemente no las tengo. Siempre tenía ganas de faltar, y buscaba la mínima excusa para hacerlo, ya estaba cansado, el último me de clases me tenía agotado.
Estaba tan agotado, y las responsabilidades de verdad ni siquiera habían empezado.