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La mirada de Tiago iba hacia la ventana y justo hacia un chico de pelo blanco que jugaba a la pelota con sus compañeros.
Todo a su alrededor se movía como si el fuese el sol y los demás los planetas.
Mauro era ese tipo de chico popular que es amable, divertido y no hace de menos a nadie.
— Deja de mirarlo o sus tontos amigos se darán cuenta.
Thomas el amigo de Tiago le reprochó, ambos estaban en el aula haciendo un trabajo que se olvidaron para la siguiente clase.
— Algún día me mirará?
— Pues recién va dos días en la escuela asique supongo que lo va a hacer... — Thomas mira a Tiago que seguía escribiendo en su diario y suspiró.
— Aveces es tan injusto... Porque las personas que nos gustan no nos miran igual que nosotros a ellos? — el menor deja su mano en su mejilla y hecha un vistazo de nuevo al patio.
Thomas mira hacia Tiago y luego hacia el partido que se estaban disputando sus compañeros.
— Eso me preguntó yo, porque la persona que me gusta no me mira de la misma manera? — Thomas mira a Tiago y el le devuelve la mirada, entonces Thomas la baja para seguir haciendo.
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