0. Haz las maletas.

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Día de mudanza. 

Por fin terminé de empaquetar mis cosas. Todavía me cuesta un poco asimilar la idea de que va a cambiar toda mi vida. Es raro. Aunque tampoco me pierdo de mucho aquí, la única a la que echaré de menos será a Raquel, mi mejor amiga. La conozco desde que era un crío y nunca esperé que pasaría de ser mi vecina a estar a unas cuantas horas de mi. 

— ¡Mateo! Ya nos tenemos que ir!— me grita mi tía desde la entrada.

Cojo con algo de dificultad todas las cosas que he empaquetado y me dirijo hacia la salida. Será la última vez que pise esta casa, o eso espero. No quiero volver a verle la cara a mis padres la verdad. ¿Os preguntáis por qué? Bueno, tal vez en un rato, ahora no estoy de humor.

Después de meter mis cosas en el coche de mi tía estaba dispuesto a meterme yo en él, pero una voz me interrumpió.

— ¡Espera Mateo!— vi a Raquel correr hacia mi.
— ¿Que pasa?— le pregunté extrañado.
— Bueno, ya sabes que llevamos desde niños siendo amigos. Y ahora que te vas, no quiero irme sin dejarte ningún recuerdo— me explicó mientras sacaba una pequeña pulsera y me la ponía en la muñeca.— ¡Mira! Yo tengo una igual. Prométeme que no te la quitarás.
— Está bien. Te prometo que nunca me la quitaré— dije mirándola con una sonrisa algo triste.
— Mateo, ya sé que echarás de menos a Raquel, ¡pero ya le podrás enviar mensajes todos los días!— me dijo mi tía desde el coche.

Y antes de entrar, le di un fuerte abrazo a Raquel. La iba a echar mucho de menos. Mucho. Pero no podía con toda esta cuidad.  No podía con todo esto.

Mi tía empezó a conducir y yo solo pude ponerme mis cascos a escuchar música mientras miraba por la ventana y pensaba en todo lo que estaba por cambiar en mi vida. Un nuevo hogar, nuevo instituto, nuevos compañeros de clase... Me daba algo de miedo. A penas en toda mi vida escolar hice una amiga y ahora tendría que empezar mi vida social de nuevo, esto es un asco.

— Y bueno... ¿Estás emocionado?— preguntó mi tía intentando crearme conversación.
— Supongo, tampoco doy saltos de alegría— vi una mueca triste en su rostro y me retracté de inmediato.— Pero tampoco está mal.
— Te prometo que en la ciudad hay muchos chicos de tu edad que seguro te caerán bien cariño. Oh, por cierto, Eric vive conmigo así que espero que os llevéis bien.

Eric es el novio de mi tía. Nunca lo he conocido ya que hace solo unos meses que empezaron a salir y casi no vienen a visitarnos ya que viven en una pequeña cuidad en medio de la nada. Y esa es la ciudad a la que voy a ir yo. Mi nuevo hogar. Después de un par ya podía ver todos los edificios. No era muy grande, pero supongo que así mejor, menos gente con la que socializar. 

Mientras conducíamos por ese lugar vi algo peculiar. Una persona. Pero no una persona caminando y ya está, estaba graffiteando  una pared. No sabía que eso también pasaba en las poblaciones así de pequeñas. No pude ver bien como era ya que tenía una capucha puesta. De todos modos me llamó la atención, pero mi mente volvió a la tierra justo cuando llegamos a casa. Mi nueva casa.  

— ¡Miriam!— gritó un hombre sonriente desde una de las ventanas de la casa.
— ¡Eric!— gritó devuelta mi tía desde el coche.

Aparcó rápidamente en el garaje y fue corriendo a saludar a Eric con un cariñoso beso.

— ¿Así que este es el chico que vivirá con nosotros?— preguntó con una sonrisa.
— Claro, se llama Mateo.
— Un placer...— dije al hombre algo desconfiado.
— Igualmente chaval. Tu tía y yo tenemos una sorpresa para ti, ven.

Mi tía me cerró los ojos y después de un par de pasos me los destapó enfrente de una bicicleta. No parecía nueva, pero mínimo se mantenía en pie.

— Eric la quiso comprar para que te muevas por aquí, ¡casi todos los chicos de tu edad tienen una!

Le di las gracias a mi tía y a Eric por ese regalo, y después fui a mi habitación para dejar mis cosas.


La habitación no estaba mal. Tenía un tamaño decente y una cama grande para que durmiese a gusto. Desempaqué mis cosas mientras se iba haciendo algo tarde y al terminar decidí que era una buena idea salir un rato para acostumbrarme a la bici. 

Salí de casa y prometí llegar temprano. Tengo una buena memoria así que no dudé en que sabría volver después. Paseé un poco por todos lados. Había un bien ambiente en ese lugar y la gente parecía más alegre que la de mi antigua ciudad. De repente recordé a la persona del graffiti. Podría pasarme por ahí, no recuerdo que estuviese muy lejos. Así que con ese pensamiento empecé a pedalear un poco más rápido para llegar sin que se fuese. Pobre de mi, cuando llegué estaba ya oscureciendo y no había nadie. Supongo que era normal, había pasado un buen rato desde que pasamos en el coche. De todos modos. Miré a la pared graffiteada, y la verdad, en vez de haber un "miembro reproductor masculino" gigante, lo que vi fue un petirrojo semirealista. Era precioso. Los colores se sentían vivos y a pesar de ser spray se veía geniunamente bien. Sonreí un poco de ver que el arte seguía vivo en algunas personas, pero antes de darme cuenta, no recordaba el camino a casa. Madre mía, ¿podía memorizar toda la tabla periódica y no el camino a casa? Me va a dar algo. No puedo llamar a mi tía porque mi teléfono está sin batería, podría intentar buscar a alguien y preguntar pero...


— Hey, ¿quien eres?

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⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

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