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Una semana había pasado. Wang Yibo había sido dado de alta y ya había vuelto a su departamento.
—No me gusta, muévelo un poco más a la izquierda— ordenó al Alfa que lo ayudaba a remodelar la sala de su departamento.
Xiao Zhan se arrepentía de haber pensado que todo sería como antes, se había equivocado enormemente. Yibo seguía molesto y le daba órdenes a cada momento. Como ahora, desde hace dos horas se encontraba moviendo el sofá al gusto de Yibo.
—¿Ahí está bien?— preguntó cansado. Había llevado el sofá un poco a la izquierda, como ordenó su Omega.
—Alfa inútil— puso sus manos en su propia cadera— No me gusta, mejor devuélvelo a dónde estaba.
Xiao Zhan soltó un gruñido y le mostró sus colmillos al Omega, haciéndole saber lo enojado que estaba. Pero Wang no se quedó atrás, también le mostró sus colmillos y sus ojos se tornaron de un celeste claro.
Xiao Zhan sintió escalofríos y obedeció a Yibo. No mentiría, le daba miedo cuando Yibo se molestaba.
⸙˻ ✦╰┄┄┄┄ ⋯ ┄┄┄┄ ⋯ ┈ ╮ ☁︎𓄹멋진
Había pasado media hora y Wang ya estaba empujando a Xiao hacia la puerta de su departamento.
—BoDi, debo cuidarte— insistía el pelinegro. Quería quedarse para cuidar de su Omega, pero al parecer Yibo seguía molesto con él.
—Ya te dije que no me llames así— habló entre dientes, aún empujando al pelinegro de la espalda. Aunque Zhan no se movía, pues era mucho más fuerte que el pequeño Omega— y no necesito de tu ayuda.
—DiDi, deja que te explique todo— siguió insistiendo.
El menor negó. Al principio había estado de acuerdo en escucharlo, pero aún no se sentía listo. No quería llorar más.
—Ya vete— dejó de empujar y se cruzó de brazos.
—Yibo, por favor...
Wang tenía muchas ganas de lanzarse a los brazos del pelinegro y embriagarse del aroma de su Alfa. Pero él era un Omega muy orgulloso, además de que aún estaba dolido.
Xiao Zhan giró para mirarlo.
—Vete o llamo a la policía— advirtió sacando su teléfono.
Xiao Zhan hubiera hecho caso omiso a esa advertencia si no supiera de antemano que Yibo sí era capaz de cumplir esa amenaza. Resignado, se dio media vuelta y abrió la puerta del departamento. Miró al Omega por sobre su hombro.
—Vendré mañana, BoDi— el menor rodó los ojos.
—Lo que digas. No te abriré— le sacó la lengua infantilmente.
Con un suspiro cansado, Xiao Zhan salió del departamento de su Omega. Tenía tantas ganas de tenerlo en sus brazos, abrazarlo y llenarlo de su aroma, pero sabía que, si lo hacía, recibiría un buen golpe por parte del menor. Resignado, decidió volver a su departamento.
