Estaba completamente desesperado, mis pensamientos estaban completamente desordenados, como una nube negra inundando todos mis pensamientos, me jalaba mis cabellos negros cual ébano, suspiraba rendido tratando de buscar una solución al problema que me pasaba, pero nuevamente, nada, mi mente en blanco. El sol del atardecer estaba iluminando su rostro cansado, dándole un aspecto más angelical y cálido.
Eso pensaba hace cuanto ¿1 mes?, puede ser, tenía mi solución a mis inquietudes justo frente a mí, tan malditamente tranquilo respirando cerca de mi casi invadiendo mi espacio personal, ese chico de brillantes ojos celeste. Ese hombre egocentrico de sonrisa brillante, llegaba hacer un dolor de cabeza, uno que gozaba de estar a cada hora y día de su vida desde que lo conoció en su cabeza, un polizón.
— Su café negro con su tarta de chocolate como ya es costumbre, joven Suguru - la animada voz del apuesto chico de cabellos blanco saco de sus pensamientos al pelinegro, sus ojos de oro se fijaron en el apuesto rostro del tipo frente a él, y su sonrisa narcisista.
Lo vio tomar aire, como preparándose para decir algo, pero simplemente se resignó.
— Ayer me preocupé al no ver que llegaras a tu hora, ya tenía tu café y tarta lista, me regañaron y tuve que pagarla y comérmela yo, ¿Qué te pasó? - los ojos de Satoru Gojo se posaron en la tensa figura del chico de casi su edad, el pelinegro se convirtió en cliente habitual, ya sería la segunda vez que faltaba y dejaba preocupado al albino.
— Problemas en el trabajo, solo eso Satoru - le respondió a su preocupada pregunta, alargando el nombre del chico en un ronroneo, pestañando lento con sus cansados ojos y una sonrisa boba posándose en cara, ese peliblanco le causaba un efecto tan desesperante en él, lo agobiaba, sentía que no podía respirar.
— Sabes que puedes venir hablar conmigo aquí verdad, después de todo, somos cercanos Suguru - le aconsejo ignorando los llamados de su amiga y compañera de trabajo, Shoko Ieiri, su mirada pesada estaba sobre el pelinegro, una batalla campal por quien dominaría el territorio y la mente contraria el día de hoy.
Y es que no es sorpresa, Suguru no tardo tanto, en menos de una semana le expresó su pesar a Satoru, y su ansia y profunda fe que sentía de querer trabajar con él, para él, es su completa sumisión.
Satoru Gojo, un joven de 28 años, un completo galán de una apariencia ilusoria, amante de las cosas dulces y fundador de su propia cafetería, probablemente la mayoría de su clientela estaban allí solo para verlo y sentir su personalidad extrovertida y hasta cierto punto estresante. Satoru quedo al pendiente de darle una respuesta a su conversación con el chico de 27 años, que desde la primera vez que lo vio entrar fue un fugaz momento donde sus miradas chocaron.
Y fue como si el cielo, tan celeste brillante, con destellos tocara la tierra, marrón con las raíces de sus plantas y minerales dorados. Un choque de dos mundos completamente opuesto pero que se complementan y calzan a la perfección.
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Chico de cámara ─ 个 Satosugu
Random۫chico de cámara Geto Suguru, un fanático de las cámaras y tomar bellas fotografías, parece que encontró algo bello que capturar cuando vio al peliblanco en aquella cafetería, se propuso como objetivo que aquel apuesto muchacho aceptara su oferta de...