Destino (Oc X Jujutsu Kaisen)

12. Suguru Geto

La batalla entre Yuno y Suguru Geto comenzó con una intensidad palpable. Yuno, armado con su bastón que podía extenderse hasta 20 metros, enfrentaba a Geto, quien empuñaba su sansetsukon, una vara de tres secciones con una destreza admirable.

Yuno hizo el primer movimiento, extendiendo su bastón con rapidez y precisión hacia Geto. El bastón cortaba el aire, buscando alcanzar a Geto desde una distancia segura. Geto, anticipando el ataque, utilizó su sansetsukon para desviar el golpe, las secciones de su arma chocando contra el bastón con un sonido metálico.

Geto contraatacó, maniobrando su sansetsukon en un arco fluido hacia Yuno. La habilidad de Geto con su arma era evidente; cada movimiento estaba calculado y ejecutado con una precisión letal. Yuno, sin embargo, era igualmente hábil, moviendo su cuerpo y su bastón en una danza evasiva, bloqueando y contraatacando con agilidad.

La batalla se convirtió en un duelo de velocidad y táctica. Yuno utilizaba la longitud de su bastón para mantener a Geto a distancia, mientras que Geto buscaba acortar esa distancia, usando la versatilidad de su sansetsukon para intentar superar la defensa de Yuno.

En un momento crítico, Yuno extendió su bastón al máximo, intentando sorprender a Geto con un ataque repentino desde un ángulo inesperado. Geto, sin embargo, demostró su experiencia al esquivar por poco, utilizando el momento para acercarse a Yuno.

Con Geto ahora a corta distancia, el combate se intensificó. Yuno tuvo que retraer rápidamente su bastón y cambiar a un estilo de combate más cercano y personal, utilizando el bastón para bloquear y golpear en rápidas sucesiones.

La batalla era un espectáculo de habilidad y destreza, un juego de gato y ratón donde cada combatiente buscaba explotar la menor debilidad del otro. Ambos luchaban no solo con sus armas, sino también con cada fibra de su ser, representando dos ideologías y caminos de vida en un choque determinante.

La batalla entre Yuno y Geto alcanzó un punto crítico cuando Geto, con un movimiento rápido y preciso, golpeó a Yuno en el rostro. El impacto fue tal que las gafas de Yuno se quebraron y volaron lejos, dejando marcas visibles en su rostro.

Aprovechando el momento de desorientación de Yuno, Geto ejecutó un potente golpe descendente con su sansetsukon. El golpe aterrizó con fuerza en Yuno, derribándolo al suelo.

Geto, parado sobre Yuno caído, lo miró con una mezcla de desdén y victoria. "Nunca pudiste vencerme, Yuni," dijo con una voz fría y triunfal. Su mirada era dura, reflejando una mezcla de superioridad y una pizca de pesar.

Yuno, tendido en el suelo, miraba hacia arriba, su respiración agitada y su expresión mezclaba dolor con frustración. A pesar de su situación desventajosa, había una chispa de determinación que aún ardía en sus ojos.

"Quizás no," respondió Yuno con dificultad, intentando recuperar el aliento. "Pero eso no significa que me rendiré."

Geto observó a Yuno por un momento, evaluando su resolución. "Esa tenacidad tuya siempre fue admirable, Yuni. Pero también te hace predecible."

Yuno, luchando por ponerse de pie, no quitaba los ojos de Geto. "Predecible o no, seguiré luchando. No por mí, sino por todos aquellos que quiero proteger."

La confrontación entre ellos era más que una simple lucha física; era un choque de ideales y voluntades, un enfrentamiento entre el pasado y el presente. A pesar de la aparente superioridad de Geto en ese momento, la resolución inquebrantable de Yuno dejaba claro que la batalla estaba lejos de terminar.

Geto, decidido a terminar la batalla, invocó una maldición de clase especial. Con un gesto dramático, convocó una entidad imponente y siniestra que emergió del suelo con un rugido ensordecedor. La maldición era una figura imponente, con múltiples brazos que se agitaban como serpientes y una mirada que irradiaba pura malevolencia. Su cuerpo estaba cubierto de marcas oscuras que parecían absorber la luz a su alrededor, y sus movimientos eran rápidos y erráticos, haciéndola aún más amenazadora.