𝙘𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙩𝙧𝙚𝙨.

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ɪ ɴ ғ ʟ ᴜ ᴇ ɴ ᴄ ɪ
𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖘: amenazados y acorralados.

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El local de tatuajes del Chino fue el único testigo de como una banda de amigos dejaba de lado sus largos años de amistad para discutir sobre qué iba a pasar con la plata que Giovani había encontrado en la casa que se encargaron de reventar. El único que no formaba parte del grupo, chillaba una y otra vez sobre querer su parte a toda costa, Dogo usaba todo tipo de apodos despectivos hacía el chico, ganándose regaños de parte de Miranda, Camila quería que el Chino se lleve más plata que el resto para poder pagar el tratamiento de su padre, Zeta, Yoni y Miranda no querían quedarse sin nada y a Angie le parecía injusto no dividir en partes iguales porque creía que todos tenían problemas importantes que solventar.

Después de idas y vueltas, se decidió que la plata iba a dividirse equitativamente y el encargado de repartir fue Zeta. Miranda la guardó cuidadosamente en el bolsillo de su campera de cuero y subió el cierre del bolsillo para que no se pierda nada.

─¿Trabajas hoy? ─Le preguntó Yoni, ella asintió lentamente.

─Sí, quería ir para tu casa para charlar con Eme, pero la forra de mi jefa no quiso darme el día.

─Bueno, avísame y te paso a buscar a la salida. Comemos algo.

─¡Dale, gracias Yonito! ─Pellizcó la mejilla de su mejor amigo y fue a buscar su mochila para irse, saludó a todos sus amigos, incluido Giovani que no paró de sonreírle en ningún momento, y salió del local.

─¡Miri, espérame! ─La chica que ya había arrancado a caminar hacía su lugar de trabajo, frenó sus pasos al escuchar la voz de su amigo. 

─Chino, ¿Pasó algo? ─El chico negó con una sonrisa y se prendió un cigarrillo, le hizo una seña para seguir cambiando y arrancaron para la tienda de ropa.

─No, nada importante. Lo que pasa es que te vi media callada ahí y me gustaría saber si estás bien.

Y, ahí estaba de nuevo, el sonreidor serial. Angie fue la encargada de otorgarle el apodo al chico después de tomarlo desprevenido sonriendo hacía Miranda más de tres veces la noche anterior. Miranda se negaba a querer ver qué existía algo más allá de buena onda de parte del Chino, porque habían sido muy buenos amigos desde chiquitos, pero no lo había visto en mucho tiempo y no sabía que intenciones existían detrás del chico de ojos claros.

Miranda suspiró, sonriendo incómoda mientras pensaba en la situación a la que sería sometida después de contar la verdad. Le daba vergüenza, asco. Por eso mismo, prefería mentir y hacerse ver cómo una egoísta antes de contarles la verdad a sus amigos.

𝙞𝙣𝙛𝙡𝙪𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖; buenos chicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora