Capítulo único

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Bajo las vendas que rodean su abdomen, Mikey jura que se libra una batalla campal entre seres diminutos que habitan en su estómago por razones desconocidas. Tendría una explicación más elaborada para esto si no se quedara dormido en la mayoría de las clases, pero la siesta previa a la hora del almuerzo no es negociable. Justo ahora, luego de haber noqueado a un sujeto del doble de su peso como parte de un enfrentamiento con una pandilla menor, la sensación de hambre y el mal humor se combinan para confabular contra él.

¿Cómo se le ocurre a Draken enfermarse precisamente a mitad de semana? No le perdona que lo haya dejado en el abandono total, o casi, porque Emma le prepara comida siempre y cuando esté en casa antes de que ella comience con la rutina diaria de cuidado para la piel. Falta poco para las once, así que Mikey puede despedirse de la idea de llegar a casa para cenar, y todo porque el plan "construye un futuro feliz para todos" debe ser la prioridad. A este paso, tendrá que hacerle frente a un severo problema de desnutrición al final de la semana.

Podría apoyarse en Takemichi para salir del apuro, tiene el recuerdo vago de que en la línea anterior hubo una ocasión en la que le ofreció un dorayaki y tal vez, si la suerte está de su lado y de verdad existen cosas que no cambian, puede que cargue al menos uno en el bolsillo. Sin embargo, hace rato que lo ha perdido de vista.

Para estar seguro de que él mismo no lleva consigo algo comestible, mete las manos en cada bolsillo hasta encontrar una vieja envoltura de chocolate. Ni siquiera recuerda cuándo fue que se lo comió, ni el motivo por el que le pareció buena idea no deshacerse de la basura que hasta hace un segundo lo ilusionó.

Suspira, con algo que intenta parecer resignación. Si tan solo contara con alguien cercano ahora mismo, alguien que conozca muy bien lo que le gusta comer y no esté ocupado golpeando a los enemigos que todavía quedan en el lugar, podría pedirle que vaya a conseguirle comida a la tienda más cercana. También podría subir a su Babu e ir él mismo, pero le faltan ganas.

—¿Estás bien, Mikey-kun? —Chifuyu se acerca por la izquierda, con una expresión de genuina preocupación—. Te noto pálido.

Por primera vez en lo que va de la noche, la vida le sonríe.

—Chifuyu, tú eres la salvación de ToMan.

—¿Eh?

No lo piensa dos veces para prácticamente saltar sobre él y atraparlo, lo rodea por los hombros mientras le explica lo que necesita:

—Escucha, ¿aceptarías una misión de vida o muerte?

—Depende —responde Chifuyu—. ¿Baji-san está en peligro?

—No, nadie ha mencionado a Baji aquí. Esto se trata de mí.

—Qué alivio. —La manera en la que el chico se relaja bajo su tacto no pasa desapercibida para él, pero prefiere ignorarlo de momento—. ¿Entonces cuál es el problema?

Mikey inhala, para enseguida adoptar una seriedad inusual. Chifuyu espera a que le responda, con el sonido del resto de la pandilla que termina su labor y se aglomera alrededor para escuchar nuevas instrucciones. Un minuto más tarde, concluye que ya es tiempo.

—Chifuyu —dice el nombre, seguido de una pausa que añade dramatismo al momento. Por el rabillo del ojo puede notar a Baji acercarse, el ceño fruncido por razones que sospecha y que nunca ha preguntado abiertamente—. Tengo hambre. Necesito que vayas a la tienda más cercana.

La incredulidad se dibuja en el rostro de Chifuyu y se manifiesta a través de un bufido que casi lo hace reír.

—¿Y por qué yo?

—Porque... —Observa alrededor, en lo que piensa en un argumento válido—. Baji solía hacerlo por mí antes, iba a todas partes sin rechistar y era muy atento; aunque entiendo que ahora tiene que enfocarse en la primera división y no debe ser un trabajo fácil. Estoy convencido de que estás consciente de ello, ¿verdad?

El método infalible de un cupido en sandalias | BajiFuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora