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ROMA,AÑO 60

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ROMA,
AÑO 60

«Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes.

Ella era mi mundo.
Mi felicidad.
Si ella giraba, yo también.
Si ella caía, yo también.

Y ambos caímos,
con la única diferencia de que uno aún ve el sol salir y el otro no.»

FLASHBACK:

-¡Has cambiado!- Gritó de espaldas a las escaleras y frente a mí.

-¡¿CAMBIADO CÓMO?!- Grité como león. Ella tenía toda la razón -como siempre-, pero como hombre yo no se la quería dar.

-Juraste no acostarte con nadie más, me voy por tres días, ¡y encuentro alguien reemplazando mi lado de la cama!

-Si te fuiste por tres, ¿por qué volviste el segundo día? ¿Por qué volviste hoy, mujer? - Volteé intentando eludir un asunto con otro. Creando más incógnitas.

-Yo regresé, porque... - Tartamudeo y entre parpadeos debatió si decirme o no el motivo. Pero no parecía estar lista o quería esperar al momento adecuado. Sabiendo eso, le trasladé mi pecado.

-¡Ah! ¿O es que tú también me engañaste? A duras penas tengo tiempo para mí en este castillo, ¿viajaste a Brocé para encontrarte con alguien? ¿No terminó bien?

-¡Tú sabes que yo jamás te haría eso! Sin importar con cuántas mujeres u hombres reemplaces mi lado de la cama, yo jamás te sería infiel. Porque yo hice una promesa y le jure a los cielos, le juré a Dios, que yo te amaría, Mew. Yo te amo, Mew. El día en el que yo no lo haga será el día en el que deje de respirar. - Helena se sostuvo a mis mejillas - la calidez de sus palmas y su voz me recordaron lo tonto que fuí al ceder a la tentación- y lloré. Nadie jamás reemplazaría la lealtad y sabiduría de mi esposa. Como ella no había otra en el mundo.

Existen toneladas de mujeres, una más bella que la otra, y pueden ofrecerte de todo, pero sólo una puede ofrecerte amor.
Sostuve una de sus manos y me disculpé. En esos momentos parecía un niño. Ella me hacía sentir como uno. Me estaba castigando.

-Está bien. Solo no lo vuelvas a hacer, por favor. - Ella también quebrantó. Pero por más lágrimas que soltara, mantuvo el semblante firme. No la juzgué por eso. Y aunque verla de esa manera siempre me aterraba, tan solo me recordó a la mujer de la que me enamoré desde un principio.

-Si pudieras ponerte esta corona y reemplazar mi cuerpo. Sabrías la frustración que me da tener tantas cosas a la vez, y que se conviertan en voces. Quiero callarlas, ¡quiero callarlas...! - Me abofeteé una tras otra.

-Sí la siento. La siento cada vez que te miro, Mew, porque te veo y me duele. - Llora. -Me duele muchísimo verte así y no poder hacer nada.

Ambos nos miramos con cascadas bajo los ojos y unimos frentes.

Puer Delicatus| MewGulf 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora