Prólogo

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La sombra

Hablemos de nuestra protagonista. Ella realmente no es nada parecido a una heroína, a una romántica o a una chica inocente; parece más una sombra porque está presente sólo en la luz y prefiere estar sólo cuando es conveniente saber que está viva.

Mucha gente sufre de traumas en su vida y algunos lo manejan de una manera en la que siguen adelante y ayudan a quienes pueden. No es el caso.

Imaginemos un apartamento en una buena zona de la Ciudad de México lleno de plantas artificiales y muñecos de decoración, dónde viven una señora mayor y su sobrina. El lugar se ve hogareño, cálido, pero las personas que allí viven son frías y poco familiares.

La mujer que allí vive ha estado soltera desde los dieciséis cuando su novio de la prepa la engañó con su mejor amiga. Decidió no volver a creer en los hombres y solidificó una buena carrera como abogada de políticos en sus mejores años. Se veía que de joven era de lo más bella, por la edad su cabello era platinado, sus ojos eran de un color azul claro y brillante, se viste refinadamente y nunca tiene un sólo cabello fuera de lugar: una mujer tan recta como un militar.

La joven es bella pero eso sólo se refleja en su físico. Tiene unos bellos ojos color ámbar, cabellos pelirrojos más rojizos que anaranjados, un piel blanca llena de pacas y con un porte que repele a cualquiera. Al igual que la mujer viste de manera refinada con faldas a la rodilla, camisas y mocasines.

Parecerían una madre y su hija las cuales son adineradas, pero también petulantes y quizá no esté lejos de la realidad.

Era casi la semana para entrar a clases y la joven de la casa estaba organizando cada cosa que podría caber en su mochila, era algo casi compulsivo, pero el orden sumamente estricto era lo único que la mantenía en paz.

-Samanta hazme el favor de venir a comer, ya es hora.- Habló la mujer desde el comedor sin levantar un poco la voz.

-En seguida- Respondió.

Ambas sin hablar comieron todo en el plato con un mínimo de ruido, se levantaron cada una lavar sus platos y una que otra olla para pasar a retirarse a su soledad como cada una acostumbraba.

Mientras Samanta volvía a planear cada minuto de su tiempo y organizar cada cosa, su tía Ignacia se lamentaba los años perdidos en soledad y avaricia y así hasta el amanecer.

Cada día en ese departamento era rígido y frío, ambas almas lamentaban algo. La sombra de su soledad las abrazó hasta ser ellas esa sombra, no había alegría, ni secretos contados, tardes de películas, nunca se habían visto llorar desde aquel día y no se permitían ser débiles frente a la otra. Sólo existían como una sombra que se hacía ver durante el día y durante la noche eran parte de una pesada y penetrante oscuridad; porque sus secretos eran de esta misma forma.

Los días pasaban en este intento de hogar, de vez en cuando salían a comprar ropa o comida y a veces la joven salía al cine sola anhelando que alguien se acercara a ella para tener la misma relación de amistad que había observado por años en esas salas de cine, pero ella jamás lo admitiría porque eso también sería ir en contra de su mantra de sólo ser honesta consigo misma.

Nunca iban a la iglesia, no creían en nada. Agnósticos les hacen llamar a aquellos que como estás mujeres prefieren el dolor a la ignorancia, o la creencia de un ser superior que logra transforma la vida de todos; basura para adoctrinar a las masas le llamaría Ignacia.

Amigos cercanos sólo estaban los de su tía, aunque eso signficara hablar de temas sumamente aburridos para alguien de dieciséis años y comer cosas insípidas para satisfacer el gusto de abogados, profesores de letra y psicólogos retirados que lo que en su mayoría gustaban hacer era criticar a todo aquel que no pensaran fuera merecedor de inteligencia o conocimiento alguno sobre carreras tan elevadas como las suyas por falta de apreciación al arte de lo insípido. En resumen eran un montón de amargados culpando a otros de su amargura.

Samanta era todo un caso. Anhela ser normal, anhela morir, anhela amar y ser amada, pero lo que más anhela es simplemente olvidar el día en el que ocurrieron tres muertes: La de sus padres y la de su felicidad.

El departamento de las mujeres García estaba lleno de anhelos y deseos que se hundían en la sombra que eran ellas.

Stolen lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora