Elizabeth caminaba por las concurridas calles de la ciudad, sintiendo la fresca brisa invernal acariciar su rostro. Las luces navideñas brillaban intensamente, creando un ambiente mágico en el que todos parecían estar sumidos en la alegría de la temporada. Mientras observaba los escaparates adornados, un hombre alto y blanco llamó su atención.
Jerome, con su impecable traje oscuro y una sonrisa encantadora, se acercó a Elizabeth. Sus ojos se encontraron y, en ese momento, el mundo pareció detenerse. "Hola, ¿tienes un minuto?", preguntó Jerome con voz suave.
Elizabeth, cautivada por su presencia, asintió con la cabeza y respondió: "Sí, claro". Ambos se encontraron en una pequeña cafetería cercana y comenzaron a conversar. Descubrieron que compartían una pasión por las tradiciones navideñas y las historias románticas.
A medida que los días pasaban, Elizabeth y Jerome se volvieron inseparables. Pasearon por los mercados navideños, se divirtieron patinando sobre hielo y disfrutaron de largas caminatas bajo la nieve. Cada momento juntos se volvió más especial, y el amor comenzó a florecer entre ellos.
Sin embargo, no todo era perfecto. Elizabeth ocultaba un secreto: sufría de una enfermedad que amenazaba su vida. No quería preocupar a Jerome, pero sabía que tarde o temprano tendría que revelar la verdad.
En la víspera de Navidad, mientras los copos de nieve caían suavemente del cielo, Elizabeth decidió compartir su secreto con Jerome. Con el corazón en la mano, le contó sobre su enfermedad y cómo esto afectaría su futuro juntos. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras esperaba su reacción.
Jerome, con voz entrecortada por la emoción, tomó las manos de Elizabeth y le dijo: "No importa qué nos depare el futuro, quiero estar contigo. Cada momento juntos es un regalo, y estoy dispuesto a enfrentar cualquier desafío a tu lado".
Con lágrimas de felicidad, Elizabeth abrazó a Jerome con fuerza. Juntos, decidieron aprovechar al máximo el tiempo que tenían y crear recuerdos inolvidables.
Continuará...
