A medida que el invierno avanzaba, Elizabeth y Jerome continuaron su romance navideño. Juntos, exploraron los rincones más encantadores de la ciudad, sumergiéndose en la magia de la temporada. Cada paseo por el parque nevado, cada caricia bajo las luces brillantes y cada risa compartida hacían que su amor creciera aún más.Sin embargo, a medida que la enfermedad de Elizabeth avanzaba, los momentos de tristeza y preocupación se entrelazaban con su amor. Las visitas al médico se volvieron más frecuentes y los tratamientos más agotadores. Jerome siempre estuvo a su lado, sosteniendo su mano y brindándole apoyo incondicional.
Una tarde fría, Elizabeth se encontraba en su apartamento, abrazada a una taza de chocolate caliente. La debilidad y el cansancio se apoderaban de su cuerpo. Jerome llegó con una caja envuelta en papel dorado y una sonrisa en su rostro.
"Quería darte esto", dijo Jerome mientras le entregaba la caja a Elizabeth. Con curiosidad, ella la abrió y encontró un diario vacío con una nota adjunta. "Llena estas páginas con tus sueños y esperanzas. Cada día es un nuevo comienzo", decía la nota.
Elizabeth se emocionó por el regalo y comenzó a escribir en el diario. Cada noche, antes de acostarse, plasmaba sus pensamientos más profundos y sus deseos más fervientes. El diario se convirtió en su refugio, donde podía expresar sus miedos y también sus esperanzas.
Mientras tanto, Jerome estaba decidido a hacer realidad los sueños de Elizabeth. Buscó en toda la ciudad hasta encontrar el regalo perfecto para ella: una hermosa estrella de Navidad. Quería que Elizabeth sintiera que su luz brillaba incluso en los momentos más oscuros.
En la víspera de Navidad, Elizabeth y Jerome se encontraron en el parque donde se habían conocido por primera vez. La nieve caía suavemente a su alrededor, creando un paisaje mágico. Jerome le entregó a Elizabeth el regalo envuelto con cuidado.
Al abrirlo, Elizabeth encontró la estrella de Navidad y sus ojos se llenaron de lágrimas. "Es tan hermosa", susurró mientras Jerome la ayudaba a colocarla en la parte superior del árbol de Navidad del parque.
En ese momento, las luces del árbol se encendieron, iluminando el cielo nocturno. Elizabeth y Jerome se abrazaron, sintiendo el calor del amor y la esperanza envolviéndolos.
Continuará...