La sobrina fea 1

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                                                                                    La sobrina fea 1


    En casi todas las familias hay un solterón, un marica o un viudo demasiado joven. Yo, por desgracia, era esto último. Y después de casi cinco años, no tenía a hembra para vivir la tercera edad juntos. Aún me faltaba para eso, con casi cincuenta, cuidándome a base de andar por la montaña y follar, follar mucho.

No había pasado nunca más de dos días sin follar. Me buscaba a una, engatusaba y mentía a otra, o pagaba para conseguir que mi polla me dejara pensar y se quitara el mono.

Trabajo como asesor de seguridad informática, y lo hago casi siempre desde donde quiero, siempre que tenga internet decente. Esa mañana, la única hermana que tengo, dos años mayor que yo, me llamo y empezamos a charlar. Al rato ya vi que se alargaba más que de costumbre, en las llamadas que nos hacíamos en menos de siete días, uno al otro, y le dije:

-¿Qué pasa bruja? Suéltalo ya.- le dije haciéndole parar de parlotear, y oírla resoplar.

-Vale pero no te enfades, ni hagas de las tuyas, tú escúchame y luego me dices.- me soltó, sabiendo que ya me estaba subiendo a la moto, en dirección a su casa.

Escucho el motor, el crujido del micrófono del casco, y me dijo:

-¡Santi!, ¡apaga la moto!, no es tan grabe anda, es la niña, que tiene problemas en el instituto.- y le hice caso, apoyándome en el baúl trasero, y escuchando lo que me contaba.

Olga, mi única sobrina, era igual que mi difunta esposa. Pelirroja, delgada, alta y con buenas tetas y culo. El ser pelirroja, era casualidad, pero el cuerpo era clavadito al de ella a su edad. Salvo por el hecho de que había sacado los rasgos de su padre, y la pobre era bastante fea. Y en el último año de instituto, no aguanto más las burlas y bromas pesadas. Lo que ahora llaman "Bullying" que siempre había pasado, si no tenías a un tío experto en informática que lo hubiera cortado de raíz, si lo hubiera sabido antes. También era poco sociable como yo, y nos llevábamos muy bien, aunque nunca me contaba sus problemas, al saber que me falta un tornillo.

Pero mi hermana me conocía demasiado bien para ser hermanos, aunque eso es otra historia que entenderéis más adelante. Confío demasiado tiempo en que el problema pasara, y ahora la joven se negaba a volver al instituto, y recurría a mi para que la tuviera en casa, y siguiera en el de mi ciudad, ya que ella vivía aún en nuestro pueblo en las afueras.

Después de pegarle la bronca, sabiendo cómo lo iba a pagar, por no decírmelo antes. Accedí sin problemas a que viviera conmigo, total, yo no paraba apenas por casa, siempre trabajando en hostales con solo un poco de turismo, para conseguir mi ración de coñitos, y cambiar de pueblo y comarca una vez satisfecha mi polla, disfrutando de mi pasión por conducir en moto.

-Que si atontáo, ya sabes que si, además, ya me hace falta.- me dijo mi hermana contenta, antes de colgar.

Arranque la moto, y claro, mi hermana ya contaba con que no me negaría, ella misma usaba mi piso de picadero en sus escapadas con las amigas a la gran ciudad, con el marido feo y poco atento sexualmente era lógico. Ya sabía que casi nunca estaba en casa, pero me avisaba, y me esperaba para darme las gracias por ahórrale gastos de hotel.

Y mi sobrina ya venía en el autocar, que creo que adelante en la autopista.


-¡Hola, cariño! ¿pero qué te has hecho en el pelo? Pasa, pasa.- le dije al abrirle la puerta sorprendido de su cambio de imagen.

La sobrina feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora