Capitulo I

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Doce campanadas resonaban a lo lejos, mientras que la misma cantidad de monjes cubiertos con túnicas negras entraban aquella especie de templo, cada uno llevaba consigo un cirio negro, mientras al unísono recitaban un canto un tanto extraño, al fondo de aquel lugar un altar de piedra y sobre este el cuerpo de una mujer cubierta con tatuajes y llena de sangre, misma que ya cubría casi en su totalidad aquel altar.

—Hermanos, henos aquí una vez más, no debemos dejar que el recipiente se rompa, ya esta próximo el final y por fin veremos la luz...—Una voz ronca y firme sonó en eco de aquel lugar y enseguida despertó empapado de sudor, ¿Había sido una pesadilla? Probablemente, Stephen negó un par de veces, definitivamente se había ido a dormir muy cansado y aquel sueño fue el resultado de su cansancio, si efectivamente esa la respuesta para aquello, ¿o no? Mientras intentaba entender aquello una voz femenina le saco de sus pensamientos.

—Músculos sin cerebro, ya despier....Oh, ya has despertado, mejor – sonrió una rubia de lentes y hermosa sonrisa. —Debemos irnos, hay evidencia de un rango "x" al norte de aquí...dicen que tal vez sea...

–Andando.

Stephen dijo bruscamente sin dejarla terminar mientras de ponía de pie, Isis solo suspiro, y es que a pesar de tantos años Stephen no olvidaba el motivo por el cual entreno y se convirtió en un "As".

Isis miraba de reojo a su hermano mientras empacaban lo necesario, el chico no se inmuto y siguió guardando tanto como podía. —Isis, deja de verme y apúrate— Dijo mientras cerraba la mochila y se equipaba los bolsillos del pantalón, parecía que iba a la guerra, lo cual no era tan distinto de la realidad, Stephen estaba en una lucha constante contra los demonios, brujas, infraseres o cualquier ente que perteneciera a la oscuridad, tenía un deseo de venganza que le impulsaba constantemente, eso Isis lo sabía de sobra, y también era el motivo por el cual no lo dejaba, desde niños había prometido siempre estar para él sin importar que, por eso fue que ella también termino el entrenamiento de un As, por que quería poder ayudarle a su hermano en todo, él era su única familia y no estaba dispuesta a perderlo también.

El chico movió su cabeza de lado a lado intentando hacer su cuello tronar, después miro a la rubia y sonrió casi sin ganas. —Isis, si esta de verdad es una pista de él...todo se volverá más peligroso, ¿Estás segura de querer venir? Si de verdad es él esto será a matar o morir...— dijo el chico mientras la rubia sonreía irónicamente, ¿A caso no la conocía bien para saber su respuesta?

—¡Ja! Ya sabes mi respuesta grandulón, también me rebato lo que más quería, así que yo voy contigo hasta el fin, además, ¿Qué clase de hermana sería si te dejo ir solo? Por que lo más probable es que lo eches a perder por no pensar bien.

Dijo con una sonrisa y luego le dio un golpe en el brazo, Stephen carcajeo, y recordó cuando conoció a Isis, era apenas una niña cuando él y su hermana Anastasia la encontraron robando para comer; desde aquel día Isis se había convertido en parte de su familia, Anastasia estaba encantada de tener una hermana para jugar, pero Isis siempre prefería seguir a Stephen y cazar animalitos o jugar a ser guerreros; el recuerdo del chico se detuvo al escuchar a Isis quejarse.

—¿Me estas escuchando? — Stephen negó en silencio. —Te estoy diciendo que pidamos ayuda al conclave, no nos vendría mal tener un medio de transporte. — Se quejaba la rubia mientras ambos caminaban.

—No, hace mucho no hablamos con Edril...no quiero

—Es que siempre tienes que ser tan orgulloso, él fue un padre para nosotros y además pronto se nos acabaran las vasijas de bronce, y no tenemos recipiente, nadie quiere trabajar con nosotros gracias a ti, el ultimo recipiente casi muere por tu culpa y fuimos amonestados, casi nos echan del conclave. —Reprochaba Isis a su hermano mientras se tumbaba bajo la sombra de un gran árbol y miraba todo a su alrededor.

In th DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora