Firmamento

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buenas noches. Me he asuntado varios meses por motivos laborales, pero eso no impedirá seguir escribiendo historias interesantes.

Como siempre dedico este fanfic a mis pocos lectores, agradezco de corazón los cometarios y estrellitas que gusten dejarme.


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La noche yacía sobre el santuario, dando una suave atmósfera de tranquilidad. A pesar de ello, el santo de capricornio continuaba entrenando a sus discípulos en la dominación del cosmos. Aun cuando muchos de los aspirantes habían terminado sus obligaciones, el Cid prefería llevar al límite a sus allegados con la esperanza de que aumentaran su poder antes del despertar de Hades.

Solo faltaban unos meses para que la peligrosa guerra fuese liberada. Todos sus camaradas ya habían regresado para dar seguridad al santuario y a los aldeanos de las cercanías.

Sin embargo, a pesar de que aún la guerra no diese un inicio oficial, eventos extraños ya comenzaban a verse. Noches atrás, guardias de los límites del Santuario se enfrentaron contra sospechosos que parecían simples ladrones, pero al apresarlos estos rápidamente se convertían en polvo liberando un poder que obligaba a sus víctimas a caer en un sueño profundo. A pesar de que los sanadores trataron de ayudar a los heridos, estos nunca despertaron debido a un extraño cosmos.

Preocupados por los ataques, el Patriarca seleccionó a El Cid para ir en busca del responsable, dando el fin a la maldición. Eso significaba dejar su puesto por algunas semanas, por lo que antes de partir se dedicaría a entrenar tanto como pudiese a sus pupilos. Si fuese por él los obligaría a continuar durante toda la noche, pero la voz amable de sagitario hizo que sus estudiantes abandonaran sus entrenamientos.


– ¡Señor Sísifo! Es un honor que nos acompañe – respondió emocionado el joven Lacaille, quien rápidamente se acercó para saludarlo – finalmente regresó de su misión


– ¿Es verdad que las pitonisas revelaron el futuro que nos depara en esta guerra santa? – preguntó Tsubaki con una sonrisa, siendo silenciado rápidamente por la seriedad de su maestro –


– ¿Será usted el nuevo patriarca que sustituirá al señor Sage? Muchos guerreros están afirmando eso en los alrededores.


Ante la última pregunta, el rostro de Sísifo cambió por un gesto de preocupación recordando que su misión había sido un fracaso.



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Esa tarde solo necesitaba visitar a las pitonisas para solicitar la nueva premonición que se relacionaba con el nuevo santo de Pegaso. No obstante, al llegar a los hermosos prados, encontró rastros de sangre acompañados de algunas joyas en el verde pastizal.


– Es imposible que hayan desaparecido – Corrió por los jardines buscando algún sobreviviente, pero todo estaba abandonado – ¿Que sucedió aquí?


Asustado por el horrible panorama, viajó a toda prisa con su santidad reportando la desaparición de las ninfas. Creía que alguien las había atacado cuando estaban desprevenidas en alguna de sus visiones. Se preguntaba quién podría ser el causante, pero el patriarca ya lo sabía.

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