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  1957

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  1957

  La luna reinaba la noche desde lo alto del cielo, iluminando los rincones más oscuros de una New Orleans agitada y ruidosa. El frío aire otoñal rozó la piel de Greta y Anna, haciéndolas estremecer. Desde la entrada del club se lograban escuchar las suaves y aparentemente lejanas melodías del swing.

  ─¿Estás preparada Greta? ─preguntó Anna mientras peinaba nerviosamente con sus manos enguantadas su cabello corto y negro.

  ─No lo sé, pero estoy emocionada ─contestó curveando sus finos y rosáceos labios en una sonrisa. Acto seguido, alisó la falda acampanada de su vestido azul celeste, el cual acompañaba con un sombrero del mismo color. La brisa acariciaba de forma gentil su cabello dorado y ondulado.

  ─Entonces, en marcha ─dijo Anna mirando a su amiga con sus grandes ojos llenos de emoción.

  Ambas se aventuraron a ese mundo inexplorado de los clubes nocturnos, del jazz y, en general, de los adultos.

  Bajaron la escalera de la entrada para encontrarse con el primer obstáculo que debían superar: un señor de bigote encaracolado, nariz aguileña y anteojos gruesos parado frente a una especie de taquilla.

  ─Buenas noches, señoritas ─saludó con una voz nasal tan graciosa que Greta tuvo que ahogar una ruidosa carcajada.

  El hombre, que rondaba los cincuenta años, observó a la chica con una mirada casi despectiva a través de sus anteojos.

  ─¿Está bien, señorita? ─preguntó de forma seria.

  ─Sí, me encuentro bien, gracias ─contestó avergonzada y con sus mejillas ligeramente tintadas de rojo.

  Anna abrió su monedero y sacó dos billetes.

  ─Bienvenidas. Disfruten su velada.

  Finalmente atravesaron las puertas y se encontraron en un ambiente totalmente diferente. El interior estaba iluminado por una hermosa, pero polvorienta y vieja araña que colgaba en el centro del lugar y otras luces dispuestas en las paredes. Adornos antiguos y desgastados en rojo y dorado decoraban la estancia. Sus oídos se inundaban de las melodías del piano, la profundidad del contrabajo y el brillo del saxofón, formando esa música que tanto caracterizaba a su ciudad: el jazz. Greta prestó atención a los instrumentos por un segundo. "El piano está ligeramente desafinado", pensó.

  Tomaron asiento en una mesa cercana al pequeño escenario. Observaron a las personas que les rodeaban: hombres con trajes medio desteñidos y raídos, fumando tabacos; y sus mujeres, con vestidos baratos repletos innecesariamente de lentejuelas.

  ─¿Estará bien que estemos aquí? ─susurró Greta a su compañera─. Me siento un poco pequeña justo ahora.

  ─Solo disfruta la envolvente noche que tienes por delante ─dijo Anna enredando uno de los rizos rubios de su compañera en su dedo índice mientras sonreía.

×Love at first jazz ─ BTS Taehyung×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora