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Bright miró al asiento junto a él. Win prácticamente estaba saltando, mientras observaba por la ventana. Estaban a menos de una milla de su castillo, incluso si ya estaban en sus tierras.

Win parecía mitad ansioso y mitad emocionado. No podía esperar para ver cuál mitad ganaría. Win estaba probando tener un carácter bastante interesante. Estaba comenzando a preguntarse si el Consejo de Ancianos realmente sabía lo que estaban haciendo, cuando decidieron efectuar su jueguecito.

Se sentía intrigado por Win, minuto a minuto. Estaba bastante seguro de que había tenido más sexo en los ocho días desde que se habían apareado, que dentro de todo el último año. Win estaba caliente constantemente y no tenía inhibiciones cuando se trataba de sexo. Estaba dispuesto a intentarlo todo.

Durante los últimos días, había azotado a Win hasta que el hombre se vino sin siquiera ser tocado, lo había atado a la cama y lo había follado hasta dejarlo inconsciente, y había descubierto cuán flexible era su conejito en realidad. En una semana, esperaba que ambos continuaran con el mismo empuje.

Sólo pensar al respecto hacía que su polla se endureciera.

Win inhaló repentinamente y se giró en su asiento. Sus ojos notaron la mirada, la cual reconoció rápidamente como su mirada de excitación. El color violeta se tornó purpura oscuro, y la parte blanca de sus ojos empezó a desvanecerse. Era caliente y una forma instantánea de saber que Win estaba excitado.

—Lo necesito —, gruñó Win, mientras trepaba por el asiento.

—Casi estamos en casa, conejito.

—No me importa. Lo necesito ahora.

Siempre estaría agradecido, por tener una limusina con una división polarizada entre el asiento delantero y el asiento trasero. Win se escabulló por el asiento y luego se deslizó en el piso, justo cuando comenzó a subir la división.

Sus pantalones fueron bajados y su polla se encontraba profundamente en la boca de Win, antes de que la ventana divisora hubiese subido por completo. Sonoros gemidos de excitación llenaron la parte trasera del auto. No sabía si provenían de su conejito. No le importaba. Los labios envueltos en su adolorida polla, estaban arrancando cada pensamiento racional de su cabeza.

Puede que Win hubiese sido un virgen sin experiencia cuando se aparearon, pero cuando se trataba de sexo, el hombre era mejor que cualquiera que haya conocido. Se estaba convirtiendo rápidamente en el mejor compañero sexual de su vida. Estaba feliz de haber mantenido a su pequeño conejito. Nadie chupaba una polla como Win.

En cuestión de minutos, Win lo tenía retorciéndose en su asiento, sus dedos se hundían profundamente en el cabello blanco del hombre. El placer que recorría su cuerpo, era suficiente como para hacer que gimiera sonoramente. No le importaba si Mike o su nueva pareja —un puma— lo escuchaban.

Cuando Win rodó sus bolas suavemente, sabía que todo había terminado para él. Rugió su orgasmo. Su corazón martilleaba en su pecho, mientras llenaba la boca de Win con el ardiente signo de su liberación.

Dejó caer su cabeza en el respaldo del asiento y esperó a que su corazón latiera con normalidad, una vez más. Su cuerpo se estremecía, mientras Win continuaba lamiendo su sensible polla, limpiando hasta el último pedacito de semen de su piel.

—Ven aquí. Amor. —Le extendió sus manos a Win. Sabía que el hombre estaba necesitado. Siempre lo estaba después de darle una mamada. Bueno, a decir verdad, Win estaba bastante caliente la mayoría del tiempo.

Este trepó a su regazo, ansiosamente. Lo levantó y le dio la vuelta, hasta que quedó de frente hacia el auto, la espalda estaba apoyada contra su pecho. Le desabrochó los jeans de Win y sacó su dura polla.

E.Y.CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora