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Era enero, finalmente las vacaciones habían llegado, y después de un diciembre cargado de finales más las fiestas de fin de año, el viejo grupo de amigos pudo reunirse. Después de miles de discusiones porque nadie quería poner casa, Valentin ofreció su casa en el delta del Tigre y todos aceptaron.

Maximo estaba emocionado, ya que era la primera vez que se reunían todos desde que Valentín le había pedido oficializar su relación, esperaba que todo se mantuviera normal con sus amigos.

Para su tranquilidad, todos se lo habían tomado de lo mas bien, hasta mas de uno les decia que se lo veían venir. Porque aunque Valentín se caracterizaba por hacerse el duro, Maximo era su mayor debilidad y no había quien no pudiera notarlo.

La casa donde se quedaban era más grande de lo que habían imaginado, a veces Maximo se olvidaba lo adinerada que era la familia de su novio siendo que a él le gustaban las cosas más simples.

— Creo que hay cuatro habitaciones aparte de la principal — comentó el ojiclaro cuando entraron a la casa. — Así que acomodense a gusto.

Después de distribuirse las habitaciones, dejando cada uno sus cosas donde les habia tocado, algunos fueron a pasear por el delta, mientras que algunos se quedaron preparando lo que necesitaban a la comida de la noche.

— Todavía no puedo creer que tus viejos te hayan prestado el lugar — le comentó Gino en la cocina mientras que guardaba en la alacena la mercadería que había comprado para esos días.

— Se podría decir que me lo debian — dijo, un poco incomodo, el castaño.

— ¿ sigue medio tenso todo? — pregunto Gino, siendo de los pocos que conocían la situación tensa en la casa del ojiazul.

— un poco, pero no te preocupes, con ustedes me siento mejor — le respondió, buscando con la última parte cambiar el tema de conversación.

— creo que el “ustedes” está de más, vos estas bien solo con que esté Maxi.

Valentin no dijo nada, pero sus mejillas sonrojadas, daban a ver, que el rosarino tenía un poco razón, ya con la simple presencia de Maximo todo se sentía mas tranquilo en su mente, su novio tenía siempre la forma de calmarlo sin importar lo que pasara. Pero, igualmente estaba contento de poder reunirse con todos sus amigos.

*****

  Cuando cayó la noche, en el patio de la casa, de un lado prepararon un pequeño fogón y del otro, la parrilla con la mesa para hacer el asado y algunas verduras asadas. Gino y Agustin se encargaban de la comida, mientras que los demás estaban sentados alrededor del fogón hablando de miles de cosas a la vez. Los chistes de Ignacio le robaban carcajadas a todo. Las anécdotas de Nicolas cautivaban a todos. Pero en un momento Maximo noto que su novio no se encontraba entre ellos. Así que decidió acercarse, sutilmente,  a Matias para preguntarle por él.

— ¿Sabes dónde está Valen? — le susurró sutilmente para que el resto no se diera cuenta.

—Creo, que se fue para el muelle — le respondió señalando el lugar.

— Gracias — volvió a susurrar, a lo que el castaño asintió.

Máximo, poco a poco, se fue alejando del grupo hasta que llegó a la pasarela del muelle. Camino por ella, y cuando llegó al final del mismo no veía por ningún lado a su novio hasta que noto que se encontraba en unos escalones en el costado del muelle.

— ¿Qué haces ahí? — preguntó y de golpe el mayor miró para arriba para buscar su voz.

— Hola, mi amor — le respondió y le hizo una seña para que baje. Máximo dudó por un momento pero bajó lentamente hasta que el pelinegro lo agarró acomodandolo a su lado en el pequeño escalón de la escalera.

una noche en el deltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora