«Todo está ahí, solo hace falta mirar con más detalle»
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Raily
—No tengo nada que ponerme—hablo frustrada.
Lissy suelta una carcajada.
—¡No te burles!— la señalo con un dedo— esto es serio.
—No me cagues, Si tú armario es más grande que mi cuarto y baño juntos— admito que me causó gracia la forma en que lo dijo, reí un poco— solo ponte cualquier cosa— se encoge de hombros— todo te queda bien.
Lo sé, se que normalmente cualquier ropa que decida ponerme me queda bien.
—¿Cómo quieres que me ponga cualquier cosa? ¡Es una fiesta!
—Tampoco veo el alboroto— se cruza de brazos y recuesta mejor en la silla al lado de mi cama.
Estamos en mi casa. La invité a pasar una tarde juntas y aproveché de que me ayudara a elegir algo para vestirme, aún y cuando se que ella no conoce muy bien el lado de la moda.
Somos tan diferentes. Pero eso también es lo que me gusta de las dos. Esa diferencia.
Me gusta que no intente hablar de algo que no entiende solo por hacerlo. También que no cambie su personalidad por cualquier cosa. He tenido tantas... Hmm... No les diría 'amigas'. Bueno, a personas que fingian entenderme o que les gustaba lo mismo que yo, no se porqué pero aparentaban mucha Similitud con mi personalidad cuando en realidad no eran así.
En cambio Lissy— que está mirando al techo de mi cuarto con el ceño fruncido— no finge entenderme, no trata de vestirse como yo, de hablar como yo. Ella es muy... Lissy, tiene personalidad. Eso es lo que siempre he admirado de ella.
—Tengo hambre— murmura sin despegar su vista del techo— ¿Tienes algo más que tus hierbas en la nevera?
Se que se refiere a mis verduras. Soy vegetariana.
—Nop, ¿Y si intentas comer sano?
—¿Quieres que me enferme?—lleva una mano a su pecho— ¿Piensas envenenarme?
Alguien pasa mucho tiempo con Oliver.
—Agh, ok. Pide comida entonces—le doy poca importancia— ahí está mi teléfono,puedes llamar de ahí. Hay algunas Apps de comida, la uso cuando Aiden viene y quiere comer pizza y esas cosas— hago gesto de asco.
Ella se queda unos segundos callada. En su mente debe estar circulando el escenario de ella marcando el teléfono para hacer un pedido y algo muy vergonzoso le suceda.
—¿Puedes hacerlo tú?—murmura.
Claro que nunca lo dirá en voz alta.
—Si.
Minutos después.
—¿Con queso?—repito la pregunta que me hace la chica de la pizzería a través del teléfono. Miro a lissy esperando la respuesta. Ella niega con la cabeza señalando su garganta.
—No gracias, me da algo de tos. Pero si con todo lo demás. Muchas gracias. Tenga un buen día, adiós.
Cuelgo y luego de soltar el teléfono en la cama, noto que me mira raro.
—¿Cómo haces eso con tanta tranquilidad?— dice confundida.
—Ehhh... ¿Dejar el teléfono en la cama?
