Capítulo Único

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El pavimento se encontraba cubierto por la nieve, las calles estaban llenas de luces de colores.

Niños iban de puerta en puerta cantando villancicos, y las panaderías empezaban a oler a galletas de jengibre.

Navidad.

Oh, Navidad.

¿Había mejor festividad?

Época del año para pasar el tiempo en familia, chocolate caliente con malvaviscos, y regalos por doquier.

Árboles decorados y disfraces de Papa Noel.

Al final de la calle en un pequeño suburbio se encontraba la casa de la familia Wheeler-Byers.

Hermosa casa, a decir verdad. Luces en cada esquina de cada ventana, corona de adviento en la puerta central. 

Hasta la casa de la mascota tenía decoración, un lindo huesito con un listón.

Al lado de está, un muñeco de nieve, sombrero en copa y nariz de zanahoria.

¿Quién habrá sido la persona responsable de aquélla creación?

Lily Wheeler Byers, hermosos ojos verdes, cabello rubio y rizado. Mike y Will la habían adoptado hace ya 8 años.

Adentro de la casa de está unida familia se encontraba la pequeña corriendo como loca de un lado al otro.

El pequeño cachorro de familia la perseguía, como si de un juego de carreras se tratase.

La niña se empezaba a estresar, ¿Sus padres dónde habían metido aquella estrellita?

Era una tradición, cada año ellos la cargaban juntos para alcanzar la punta del árbol y así poner la estrella.

Pero ahora tenía 8 años, y había crecido un poco en estatura. Quería demostrarles a sus papás que ya estaba grande y que podía poner la estrella ella solita.

Sí tan solo supiera donde rayos estaba guardada...

Era muy difícil encontrar un pequeño adorno en medio de todas las cosas que su papi compraba para esta festividad.

Si había alguien obsesionado con la navidad, era William Byers.

Intentó buscar en la última caja que quedaba en el armario de decoración. Nada.

La niña se volteo hacía el perrito y haciendo un puchero negó lentamente. Se fue arrastrando los pies hacia la cocina, atraída por un dulce olor, dando un pequeño salto se sentó en una de las sillas de la isla.

El castaño levantó la vista de la bandeja de galletas, y arrugó el ceño al ver la expresión de su hija.

—¿Qué sucede cariño?, ¿Por qué esa cara? —cuestionó Will dejando la manga pastelera a un lado.

La pequeña soltó un pequeño suspiro.

—No encuentro la estrellita del árbol...

—¿Qué estrel- ah... —su mirada vago unos segundos—Tú padre la guardo la última vez, creo que era porque le iba a dar unos retoques.

—¿Retoques? —frunció el ceño—¿Qué es eso?

—Pintarla un poco, ya sabes... —desvió su mirada a la bandeja—¿Siempre vas a querer decorar las galletas conmigo?

—¿Por qué va a pinta-

—Tienes que usar un delantal, no vayas a volver un desastre tu ropa nueva. —cogió la prenda entre sus manos y se lo puso a la pequeña.

La Estrella | bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora