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La suave brisa golpeaba su rostro, enfriando sus pálidas mejillas. El gran árbol a sus espaldas, creaba una gran sombra que los salvaba del sol; un hermoso día, a decir verdad.

Sus yemas trazaban un camino sobre el torso del hechicero, que partía desde sus hombros hasta su abdomen, y danzaban en un suave vals de caricias.

Itadori mantenía sus ojos cerrados, disfrutando del contacto con la hechicera, que se mantenía en silencio con su labor.

— Itadori. — La escucho llamarlo con su suave voz; él aún mantenía los ojos cerrados, y ella aún con las caricias. Se sentía bien. — Itadori... — Volvió a llamar. Ella se detuvo, y él sintió sus manos sujetarle el rostro; tan cálido. — ¡Itadori, reacciona! —

Abrió sus ojos de golpe, sintiendo un fuerte calor golpear su rostro, volviendo a la realidad, la cruel realidad a la que se enfrentaban.

Las manos de la joven hechicera sostenían su rostro, mientras intentaba curar una herida que se había hecho en la batalla; esa era la calidez que había sentido hacia unos pocos instantes.

Los jade de Sakura estaban fijos sobre sus cafés, observándolo cada detalle y herida de su rostro, que sanaban rápidamente gracias a su ritual.

— Está zona ya no es segura. — Espetó ella, bajando sus manos hasta las suyas; la piel de sus nudillos estaba completamente levantada, producto de la pelea por la que había pasado hace pocos segundos. — Hay que llegar hasta Gojo-sensei pero... —

— Sakura. — Llamo él, captando su atención. Bajo su mirada hasta sus manos, viendo como las suyas sanaban poco a poco bajo el tacto de la hechicera. Cuando ésta terminó con su labor, él se encargo de entrelazar sus manos, dándole un pequeño apretón. — Olvídate de las preocupaciones, céntrate en el plan. —

— Mei-san no nos ha dado un plan y ya se ha ido. Shibuya es un caos, no sabemos donde está Mahito y si se encuentra con otras maldiciones a su alrededor, perdimos comunicación con el exterior y- —

— ¡Sakura! —

— ¡No pidas que me calme cuando ni siquiera tu puedes hacerlo! —

Ambos estaban alterados, sobre todo ella, y era entendible el porque.

El lugar en donde se encontraban era un caos, y vieras por donde vieras, verías maldiciones. Los pisos de las estaciones se sumian en caos cada vez que un no hechicero pasaba por allí y se encontraba con aquellos monstruos; Sakura perdió la cuenta de la cantidad de vidas que se escurrieron entre sus dedos desde que piso la estación.

Ya no sabía que hacer, las esperanzas de un buen resultado eran cada vez más lejanas, y lo único que la mantenía a flote era su compañero, quien intentaba mantener sus pies sobre la tierra todo el tiempo posible.

Pero, en esa situación, no veía más solución que huir.

Él se negaba a huir, al igual que ella.

— Hay que llevar a Gojo-sensei. — Espeto el hechicero, sosteniendo sus manos con fuerza. — No podemos- ¡Cuidado! —

Como pudo, logró cubrirse al igual que a ella, esquivando lo que parecía ser una flecha color carmín. Una técnica de ritual; eran problemas.

Sakura se coloco detrás suyo, apoyando su espalda contra la del contrario. Llevaba su mirada de un punto a otro, buscando el lugar de donde había llegado ese ataque.

No fue lo suficientemente rápida para prevenir el siguiente, y acabo separa de Itadori. Ella sobre las escaleras a la superficie, y él en medio del área.

Nuevamente aquel ataque, esta vez, directo contra ella. Pudo esquivarlo, y logró ver que era exactamente.

Una flecha de sangre, similar a las de la técnica del clan Kamo, pero esta con mucho más velocidad y presión de ataque. Iba de un punto a otro, y regresaba a las escaleras del subterráneo, para luego volver a salir de un punto al otro.

𝐒𝐀𝐕𝐄 𝐘𝐎𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora