Capitulo 1

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Una aparición caminaba en silencio por el bosque, su capa negra ondeando con gracia detrás de él. Tenía un par de cuernos dorados que sobresalían de su cabeza, no muy largos pero bastante gruesos, y un sello blanco en su mejilla izquierda.

Hacía girar un cuchillo de cocina en su mano, completamente aburrido. Caminar por el bosque era relajante, suponía, pero la tranquilidad no era lo que buscaba. Había una alma cercana que necesitaba ser cosechada, una que había aparecido de la nada, generando algunas preguntas en la central. Era la última alma en la lista de la que debían ocuparse antes de poder regresar a casa.

La muerte tenía muchos nombres. Uno de ellos era Amane.

"¿Puedo hacerlo yo?"

Uno de ellos era Tsukasa, quien poseía un par de cuernos idénticos, pero de un color carmesí oscuro, y un sello negro en su mejilla derecha. Tiraba y tiraba de la capa de su hermano, pero Amane le dio un golpecito ligero en la cabeza con la mano.

"No, quiero hacerlo. Nunca me dejas cosechar almas."

"Pero, Amane..." Tsukasa clavó los talones en la tierra, tratando de detenerlo, "¡Quiero hacerlo!"

El segador mayor retiró bruscamente su brazo, haciendo que su hermano cayera de espaldas. Tsukasa comenzó a patear los hakama negros de su hermano, ensuciando consecuentemente los suyos grises.

Amane frunció el ceño ante la exhibición de infantilismo. "Ve y recoge algunos insectos. Estoy seguro de que hay una mosca siendo devorada por una araña en algún lugar."

Tsukasa lo miró con indignación antes de sonreír brillantemente. "¡De acuerdo!"

Se alejó rápidamente como un niño que se apresura hacia un patio de recreo. Amane suspiró antes de seguir su camino. Eventualmente, llegó a su destino.

El alma flotaba pacíficamente sola en medio del exuberante bosque. Sus llamas plateadas estaban rematadas con tonos azul-verdosos que albergaban un hermoso centro de color rubí. Había visto alrededor de un millón de almas, pero ninguna parecía tener esta especie de vitalidad. Casi quería observarla por unos segundos más, como si fuera una escena pictórica. Sacudió la cabeza para salir de su ensimismamiento y se acercó lentamente, extendiendo la mano.

Dijo suavemente. "¿Qué haces aquí...?"

Con suavidad, lo sostuvo en su palma, y el alma descansó en ella sin resistencia.

Sus ojos se abrieron de par en par y se encontró descendiendo de rodillas.

Había algo en esta alma que le parecía tan... familiar.

Su cabeza empezó a doler, y se dobló por el agudo dolor que empezó a afligirlo. Con la mano libre, acunó su cabeza pulsante, mientras sentía que su respiración se volvía entrecortada.

Una aura tranquilizadora emanaba del alma en su palma. De alguna manera, alivió el dolor en su cabeza y la sensación de alivio recorrió su cuerpo.

Utilizó su otra mano para acariciar el alma, la sorpresa teñida en sus ojos ámbar curiosos.

"¿Sabías que estaba sufriendo?"

El alma emitió un pequeño tintineo y un gesto, casi como si asintiera. Sus cejas se alzaron en sorpresa. "Vaya, que conciencia tan fuerte. No deberías ser capaz de percibir nada en este momento."

Inclinó la cabeza, y el alma pareció imitar su movimiento. Amane dejó escapar una sonrisa apenas perceptible. "Eres especial, ¿verdad?"

Un ligero calor calentó sus palmas, frunciendo el ceño en confusión. Antes de que pudiera preguntar, una presencia emocionada apareció por detrás de él.

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