Tim, Tomi, la telefonía y el odio

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Tomy, no puedo dejar de estar con el teléfono. Lo peor es que solo lo utilizo para perder el tiempo. Literalmente, empiezo el día con ganas de comerme el mundo y, en un abrir y cerrar de ojos, ya me vi 25 historias de Instagram y 15 shorts de YouTube antes del café. Me quedo sin energía y aún no hago nada ni ejercicio, ni estudio ni ninguna clase de habito que alimente el alma, y todo me genera un esfuerzo enorme. Cuando quiero salir del círculo vicioso de la telefonía me cuesta; tengo que poner un video, una canción o un podcast, aunque no quiera. Aunque no me gusten, me veo en la necesidad de estar enganchado todo el día, incluso cuando escribo este texto tengo que estar escuchando una canción o viendo un capítulo de la serie de moda o de Los Simpson.

La única forma de desconectarme es alcoholizándome o drogándome hasta no poder ver las letras juntas, pero este vicio no se limita a la gran pérdida de tiempo, pérdida que hasta desafía la relatividad del tiempo. ¿Cómo puede ser que cuando lo pasas bien, el tiempo pasa rápido; cuando te aburres, pasa más lento; y cuando estás con el teléfono, estás en un limbo entre el entretenimiento y el aburrimiento, y sin embargo, el tiempo se escapa en horas? Quiero reventar mi teléfono, pero no puedo; lo amo demasiado. A veces, me veo viendo los comentarios de ciertas publicaciones y no puedo evitar llenarme de coraje al ver las brutalidades que comenta la gente, mostrando absurdas opiniones, validándolas como si fuera la verdad, y nosotros nos montamos al carro apoyándolos o poniéndonos en contra. Es el claro ejemplo de que el odio levanta tantas pasiones como el amor. Sabemos que el amor es la mejor droga y la más adictiva, pero el odio es la peor y aun más adictiva para un alma corrupta. Nos morimos de ganas de encontrar opiniones contrarias a las nuestras para mostrarnos en contra, para alimentar nuestros egos.

En esta vida, hay muchos hábitos que aparentemente son negativos y son más adictivos que cualquier virtuosa costumbre. Estos son los vicios que se apoderan de tu cabeza cuando no tomas las riendas de tu vida. El más tóxico es el odio; todos sufrimos de odio, y como todo sufrimiento es voluptuoso, porque si no lo fuera, ¿Qué sentido tendría sufrir? Hay gente que odia razas, gente que odia a personas con otros gustos, animales o personas con malos hábitos. Luego están la peor clase de odiadores: aquellos que odian a los que odian.

-¿Por qué son los peores? Si ellos serían los únicos que no quieren el odio, por eso se elevan contra los primeros-Pregunta Tomi.

Para empezar, ellos no quieren dejar de odiar. Para dejar de odiar, hay que amar y perdonar, pero ellos no están dispuestos a perdonar o amar a los equivocados en sus emociones. Hasta aquí no se muestran peores que los odiadores de razas, por ejemplo, ni mejores. Lo que pasa es que ellos se apropian de la bandera de la libertad y de lo bueno de la vida, y no están dispuestos a escuchar a estos, considerándolos equivocados en sus ideales. Mientras los otros odiadores, si bien pueden odiar desde el prejuicio, también pueden odiar desde la experiencia. Sin embargo, el odiador de odiadores nunca estará dispuesto a escucharlo por prejuicio del odiador. Creo que en ocasiones hay que ser fuerte para amar y perdonar, pero creemos que el odio y la soberbia son una llave a la verdad, mas solo nos encierran en una cárcel de ego."






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⏰ Last updated: Nov 26, 2023 ⏰

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Tim, tom, la telefonia y el odioWhere stories live. Discover now