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Otra vez había sucedido.

Rudy Parra corría apresurado entre las pequeñas y alumbradas calles de aquel pueblo, esquivando un poco a la gente que paseaba tranquilamente entre los puestos de comida y flores tradicionales. El olor a copal invadía el ambiente, al igual que las velas prendidas cuidadosamente en las puertas de las casas. El bullicio en esa noche era más notable por aquellas épocas, pues el día de muertos se hallaba próximo, volviendo todo extrañamente alegre y melancólico.

"Con permiso..."

Tenía su teléfono celular sobre su oído, oyendo con atención las indicaciones que Suárez, un compañero del mismo batallón, le estaba dando para dar con aquel lugar.

— ¿Está consciente?

"La verdad muy poco. Hace un rato estuvo a nada de agarrarse a chingadazos con un vato de aquí, lo bueno es que pude intervenir"

Rudy hizo una mueca de frustración, mientras daba una la vuelta en una esquina y alcanzaba a discernir la música al fondo de la calle.
No era la primera vez que Alejandro se peleaba en un lugar así y menos en su estado, lo malo era lo habitual que se estaba volviendo aquella situación.

— Por favor, ya estoy llegando, no se muevan de ahí.

"Tranquilo brother, ahorita lo tengo recostado sobre la mesa. Aquí te topo"

Colgando el teléfono, llego trotando a las puertas de aquello que parecía ser una cantina, de muy mala pinta. Un letrero con leds que se apagaba a ratos adornaba toda la fachada del sitio, había gente dormida justo a un lado de la entrada al igual que una camioneta estacionada, con personas tomando y fumando recargadas sobre la misma, quienes los observaron con algo de hostilidad.

Trago un poco de saliva y se adentro a aquel lugar.

Lo primero que percibió fue el fuerte hedor a tabaco y humedad, con vidrios y líquidos derramados por todas partes. Algunas mesas y sillas se encontraban derrumbadas, y mucha gente intoxicada armando alboroto. La iluminación no era para nada la mejor, así que le costó un poco de trabajar dar con él... no fue hasta que su mirada cayó en una mesa solitaria a un lado de las escaleras, con un hombre derrumbado sobre la mesa y otro de pie a un lado suyo.

Sin perder tiempos se aproximó hacia ellos, y llamó la atención de su compañero con una palmada en su hombro.

— ¡Ya estoy aquí!

Suárez le sonrió animado. Notó que sostenía al hombre inconsciente con ambas manos, y rápidamente se hincó a su altura, justo frente a él.

— ¿Alejandro? —lo llamó con suavidad, moviendo un poco su pierna con su mano— Alejandro, espabílate, 'amonos de aquí.

El hombre soltó un alarido antes de alzar un poco su cabeza, y cuando sus ojos conectaron, una sonrisa enorme se instaló en sus labios. Sin pensarlo, se abalanzó sobre Rudy, quien a duras penas pudo mantener el equilibro cuando lo sostuvo, sorprendido.

— ¡Parraaa! ¡Llegaste por miiii~!

— ¡A-Alejandro, espera..!

— Vamoooos, que estuve esperando por ti~ ¿por qué te tardaste mi amooor?

Rudy se tensó con aquella palabras, mirando de reojo a Suárez que alzaba una ceja de forma inquisidora. Carraspeó un poco antes de lograr levantarlo, Alejandro era mucho más grande que él físicamente, entonces sostenerlo le estaba resultado toda una hazaña.

Flor morada [Alerudy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora