Katia.

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Vi a Pam mucho antes que ella me viera, pude ver las arrugas alrededor de sus ojos y como unos cabellos blancos empezaban a aparecer. Pero cuando se sentó a mi lado lo único que vi fue una chica de cabello largo, lacio y una sonrisa tan grande capaz de iluminar una habitación.

-¡Cristina! Demasiado tiempo ¿Cómo has estado?

-Estoy bien Pam ¿Qué tal tú?

-Mejor que nunca.

Platicamos sobre trivialidades "¿Qué tal están tus hijos?" "¿Tu esposo?" "¿Dónde estás trabajando?" y de repente ella se recuesta en la banca y mira el cielo gris, tan gris como lo estuvo ese día de invierno hace casi 30 años.

-Este clima me recuerda a mi hermana.

Pam me mira sorprendida y yo solo le sonrió con tranquilidad.

-Nunca hablas de ella.

-Tal vez sea tiempo.

-¿Quieres decir que me contaras sobre ella?

-Te contare su historia. ¿Estás lista?

-Lo estoy.

"Mi hermana Katia era por mucho las chica más bonita que yo había conocido, tenía unos ojos verdes y grandes que irradiaban diversión, unos labios grandes siempre de rojo y lo más importante que volvía locos a todos los hombres era su cabello tan rizado y perfectamente arreglado, como si cada rizo hubiera sido peinado para que se viera desordenado y a la vez perfecto, todos amaban su cabello lo que era un poco desesperante porque yo tenía el mismo cabello, ella siempre me decía que no sabía sacarle potencial a el mío como claramente ella hacía. Voy a comenzar mi historia, bueno su historia exactamente donde recuerdo que todo comenzó, probablemente la historia no comenzó ahí pero es donde yo estaba y es como yo lo recuerdo, cada detalle.

Ella como ya dije tenía todo controlado en su vida, o eso creía, probablemente yo era la única que la podía ver realmente atreves de toda esa fachada de chica mala. Ese día en específico estábamos en el centro comercial que estaba por la calle de las américas, ahora claro no existe, con nuestra hermana mayor Laura, su novio Ricardo y el mejor amigo de él, Cesar. El caso es que estábamos todos sentados alrededor de la mesa cuando Laura le dijo en un tono nada amistoso a Katia.

-Creo que deberías de dejar de comer tantas papas fritas.

-¿Por qué?

-Se te están empezando a notar en otras partes.

Para esto, yo sabía lo mucho que le costaba mantener la figura a Katia y en el momento en el que lo dijo mire a mi hermana solo para ver sus ojos llenarse de lágrimas, parpadeo para alejarlas y empezó a buscar un limoncito en su bolsa, es como yo sabía que el juego había empezado.

Si no sabes lo que es un limoncito, bueno es un tipo dulce que estaba dentro de una bolsita verde, muy agrio para mi gusto pero mi hermana tenía una extraña fascinación con ellos y solo los sacaba antes de jugar ¿Jugar a qué? Bueno cuando sentía que estaba perdiendo el control de las cosas, aun había una cosa que ella sentía que aun podía controlar: A los hombres. Oh y sí que los controlaba créeme. Yo había visto ese juego tantas veces como para aprendérmelo. Primero, ella sacaba el limoncito lo habría y luego empezaba a comerlo, pero era una manera de comerlo tan practicada, tan extrañamente normal viniendo de ella, veras, tomaba el limoncito por le esquina y con los dientes lo mordía y lo sacaba de su boca lentamente a si salía todo el polvo dentro de su boca. Segundo, se acomodaba en la silla con las piernas cruzadas y buscaba un objetivo y con eso me refiero a un chavo que le gustara y tercero, cuando ella tenía un objetivo lo miraba hasta que él se diera cuenta que lo miraban y luego ella empezaría a jugar con su cabello como solo ella sabía, moviéndolo de un lado a otro, agarrándolo en una cola de caballo y luego soltárselo hasta que él, demasiado hipnotizado para dejar mirar se acercaba pero ella lo paraba y apuntaba otra dirección donde se iban los dos. Luego de unos 20 minutos ella volvía.

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2015 ⏰

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