Capítulo 1: Corazón roto

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¿Alguna vez has ido a una fiesta de moteros? Te la resumiré: olor a rueda quemada, mucho alcohol y calor proveniente de las llamas que salen de los tubos de escape cerca de tu rostro.

Así empieza mi noche. Estoy acostumbrada a venir a estas fiestas con mi novio, bueno, ahora mi ex novio. Capullo. Llevo ya dos cubatas de ron con cola y no logro quitarme esta amarga sensación del cuerpo. Lo quería. Y lo quiero. Joder, claro que lo quiero, es mi mejor amigo, mi compañero, mi todo. Le habría confiado mi vida si me lo pidiese. De hecho, lo hacía en cada carrera en la que yo iba de paquete.

- ¿Otra vez pensando en Oliver?

La voz de mi mejor amiga me distrae de mis pensamientos. La observo y me fijo, como siempre, en su extrema belleza: sus curvas marcadas, su vientre plano, sus pechos operados, su sonrisa radiante, su pelo rubio largo y, cómo olvidar, sus preciosos ojos azules. Agh, seguro que Oliver no habría dejado marchar a una belleza como ella.

- Sí - respondo, más seca de lo que me hubiese gustado, perdida en mi envidia - Lo siento, Natalie, pero es que no lo entiendo. No entiendo nada de lo que le pasa a él. Estoy segura de que ha conocido a alguien más y...

Y efectivamente, antes de que Natalie pueda negar una vez más mis "estúpidas paranoias", aparece Oliver con su moto y una nueva chica de paquete. Otra rubia despampanante. Se quita el casco y su cara es preciosa, aunque sus ojos ámbar no pueden competir con los de mi amiga, veo en ellas un cierto parecido que me mosquea. Joder. ¿Me estaré volviendo loca?

- Necesito otro trago. - Sentencio, mientras veo que Natalie suspira y apoya su mano en mi espalda.

- Esta vez tenías razón. Lo siento, a este invito yo.

Ella sabe que no debería dejarme beber tanto, pero a la mierda. Sabe que lo haré de todos modos, y también sabe que le debo una si me invita a una copa, así que al menos me convencerá de no coger la moto y quedarme a dormir en su casa esta noche. Es una rubia inteligente, ni siquiera puedo gastar mis chistes de rubias con ella. Menuda mierda.

- Estás enfadada con el mundo y es normal, Reina - "Reina" es mi apodo, dejé atrás mi nombre hace muchos años. Y, aunque deseo que esta conversación termine aquí, sé que no lo hará. - Pero debes reconsiderar lo de beber más de 3 copas, Patrick te las ha estado cargando más que a los demás porque te conoce y cree que esto es lo que necesitas, pero tú y yo sabemos que no es así.

Esto es raro escuchar de una chica que cuando cortó con su novia hace 3 años acabó con una litrona de cerveza subida encima de un coche cantando una canción de los 80. Aunque supongo que eso le da la experiencia para hablar.

- Una más y pararé, pero eso cuenta como el favor que te debo por invitarme a esta copa. 

Ella esboza una sonrisa, sabe que ha ganado una batalla, aunque no la guerra. Aunque sé que todo esto lo hace por mí, porque me quiere, y eso me reconforta.

- Patrick, que esta sea solo de whisky.

Y ahí es cuando yo esbozo una sonrisa. ¿Quién dijo que la copa debía de llevar algún refresco? He ganado la guerra.

Miro a Natalie que está con el ceño fruncido y la boca abierta y no puedo evitar echarme a reír. Creo que es la primera vez que lo hago desde hace una semana que lo dejé con Oliver, y eso parece que relaja un poco la tensión de sus hombros.

- ¡No me digas más! - Contesta el pecoso castaño de pelo rizado con una sonrisa amplia preparándome la bebida.

- Reina, vienen curvas.

La dulce voz de Natalie muestra algo de incomodidad, y me giro para ver hacia donde dirige la mirada. Mierda.

- ¡¿Qué coño hace Oliver con Ashton?! - Exclamo, sin dar crédito a lo que ven mis ojos. No, no, no. Que se junte con otra chica es una cosa, pero que me traicione yéndose con ese capullo sí que no lo permito.

Cuando me quiero dar cuenta, he salido lanzada hacia el lugar donde están los tres, metiéndome en la boca del lobo...como suele pasarme, maldita impulsividad. Por suerte, mi mejor amiga me sigue a paso ligero intentando detenerme o apoyarme, lo que sea que sea necesario.

Sinceramente, la expresión de mi ex es increíble. Se pone pálido al verme y aprieta los labios en un gesto nervioso. Está claro que no esperaba que viniese esta noche, o quizá que no viniese ninguna, y muchísimo menos que lo pillase con otra tía y con Ashton a la vez. El miedo en sus ojos marrones me hace esbozar una pequeña sonrisa burlona. Que se joda.

- ¿Qué tal, Oliver? - Alzo el mentón, girando ligeramente la cabeza. he bebido lo suficiente como para saber que me da igual lo que pueda ocurrir, aunque no lo suficiente como para decirle todo lo que pienso de él a la cara.

- Reina...- formula muchas preguntas en su cabeza, lo sé, porque le conozco, y trata de decidirse por una. - ¿Qué haces aquí? Pensé que ya no vendrías más.

- Pues parece que te equivocabas.

Me fijo por una vez en la chica a su derecha, y me sorprendo al ver que es Karla, una de las corredoras novatas que se nos unieron hace un par de meses. A Ashton ni le dirijo la mirada. La muchacha me mira con pena, esa mirada que tanto odio, y con una cierta incomodidad. Sé que no es su culpa que Oliver la prefiera a ella antes que a mí, y ni siquiera hemos intercambiado más de dos frases. No me debe nada...pero yo a ella tampoco. Eso nos mantiene al mismo nivel, supongo.

- Reina, en serio, puedo explicarte esto.

Y sé que con esto se refiere a lo del rubio egocéntrico de su izquierda. Al menos no me intentará mentir u ocultar lo de Karla, aunque supongo que así se ahorra una bronca cuando se emborrache y se líe con ella, porque entonces no tendré el derecho de decir nada, porque yo ya lo sé.

- Pues inténtalo, adelante, porque me muero de ganas de que me cuentes sobre tus nuevos amiguitos. Sobre todo sobre una mosca imprudente que casi me tira por el barranco una vez.

Ashton no es un tipo tramposo, pero su forma de conducir es muy arriesgada. La primera vez que corrí contra él, se acercó tanto a mí para adelantarme que del susto casi se me va la moto y caigo. Aunque este es solo uno de los motivos por los cuáles le odio.

- Joder, es bueno, Reina, lo sabes. Necesito que ayude a Karla o no podrá entrar en nuestro club.

Ruedo los ojos. Qué motivo tan banal para traicionarme. ¿En serio no hay mejores corredores que tiene que recurrir a él?

- ¿Habéis acabado ya de discutir?

La voz seria y profunda de Ashton rompe el silencio, mientras se cruza de brazos apoyándose en la roca que tiene detrás. Estamos en pleno monte para que no haya demasiada policía, pero lo suficientemente cerca como para poder volver al pueblo andando, a pesar de que yo vivo en la ciudad, a unos 45 minutos de aquí.

- Pues mira, va a resultar que no hemos acabado de discutir. - Contesto, alzando las cejas y mirándolo finalmente a sus ojos marrones.

- Va a resultar que sí que habéis acabado si tu querido ex sigue queriendo que instruya a su querida nueva novia. - Y eso me rompe el corazón mientras aprieto las manos en puños. - No tengo más interés en él que en su dinero, si eso te consuela.

¿Consuelo? No necesito el consuelo de este tío, y menos cuando me muestra esa estúpida sonrisa de superioridad y se acerca a mí, sujetando un mechón de mi pelo corto negro, observándome como si puediese leerme el alma. Y, con miedo de que así sea, decido apartarle la mano de un golpe con el dorso de la mía, agotada de sus juegos y sus burlas.

- Sea lo que sea, no os subáis a la pista. Esta noche es mía.

Y dándome la media vuelta, me voy directa a por la copa de Patrick me tiene guardada, con los hielos empezando a derretirse en el líquido de color ámbar que me recuerda a los ojos de Karla. "Nueva novia". Menudo...

Tampoco escucho la bronca de Natalie por meterme en ese agujero, por haberme acercado a Oliver desde un principio, sabiendo que siempre ha sido agresivo en la pista, y que lógicamente recurriría a Ashton que es quien tiene una forma de conducir más parecida a la suya...aunque mejor, y créeme cuando digo que me cuesta reconocer esto como si me clavasen un puñal en mi orgullo como motera. Pero es cierto, Ashton es bueno, y Oliver lo suficientemente rico e inteligente como para valorarlo.

Una vez he acabado mi copa ha pasado un buen rato y ya siento ese cosquilleo en la punta de los dedos. Me siento ligera y a la vez pesada. Quizá Natalie tenía razón sobre no dejarme beber tanto.

Fallen Angels ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora