DEYA

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Era una ,mañana fresca de primavera en el pueblo, los niños jugaban la madres atendían el hogar, cada quien hacía su vida, herreros, posaderos, leñadores, y aventureros. Todos tenían una vida tranquila en aquel pueblo de la frontera del reino de Azerlizia, un pueblo mediano a la orilla de un río, un pueblo conocido como Pekla, del otro lado del rio se extendía un bosque muy frondoso, y mas allá de ese bosque estaba la frontera con otro pais, del lado del pueblo se extendía una llanura llena de hiervas verdes arboles dispersos, y bastantes flores. las visitas de los mercaderes en carretas eran bastante regulares, madera, pescado, y lana eran los productos que mas se vendían a los comerciantes y mercaderes de otros pueblos y regiones lejanas. Y en una casa a las orillas del pueblito, una madre está apunto de dar a luz a una bebé, dentro de la cabaña, la doctora del pueblo estaba ayudando con las labores parto, lo único que se escuchaban eran los gritos de aquella madre, hasta que los llantos de un bebé se inundaron el lugar. La doctora entregó a la pequeña a los brazos de su madre, está cargo la pequeña, y la miró por unos instantes. -Cuál será su nombre?. preguntó la doctora. -Deya, su nombre será Deya. con esas palabras la bebe abrió sus parpados. luciendo así el color verde de sus ojos. con el tiempo la pequeña Deya, fue creciendo, su larga cabellera plateada, y su increíble habilidad para escalar, correr, y aprender, le hizo ganarse varios amigos, a menudo jugaba con el resto de niños del pueblo. -Nuca me alcanzarás. gritaba un niño mientras corría. -Que no?. respondió Deya, cerrando sus ojos y corriendo mas rápido, ella salto sobre el niño rodeándolo con sus brazos, y ambos cayendo al suelo, entre risas mas niños llegaron y los ayudaron a levantarse. ella se divertía con sus amigos y las personas del pueblo, pero de vez en cuando, cruzaba un puente de piedra que la llevaba al bosque, sin embargo ella siempre se sentaba en una piedra que le daba buena vista del pueblo, en esa piedra ella solía pensar o leer un libro que tomaba prestado de la biblioteca, así pasaron sus días sin embargo ella veía cómo los padres de otras niñas y niños, llegaba a casa unos después sus trabajos en el pueblo otros como soldados del reino, a la niña le dolía que su padre hubiera fallecido unas semanas antes que ella naciera, pero le reconfortaba saber que su padre fue un gran capitán de las tropas del reino. la armadura y la espada de su padre estaban ocultas en algún lugar de la casa. y aun que nunca lo conocía o conocerá Deya sentía una profunda admiración por quien fuera su padre. -Deya, a comer¡. El llamado de la madre hizo que la niña de 7 primaveras cumplidas corriera hacia su casa, tras entrar y saludar a su madre, ella se sentó, y comenzó a comer. de manera enérgica. -Dime te gusto el estofado de conejo. Dijo la madre de la pequeña. -QUE conejo, que estamos celebrando?. Pregunto la niña confundida. -Hoy es tu cumpleaños hija. Respondió la madre con una sonrisa. Ambas se abrazaron para celebrar el octavo cumpleaños de la pequeña Deya. Ya casi era de noche y aprovechando los últimos rayos del sol, corrió hasta la biblioteca donde un hombre viejo estaba sentado y completamente dormido, muy lentamente, caminó hacia uno de los estantes, y en voz baja empezó a leer los lomos de los libros. -Fundamentos máximos, dioses y adoración, la batalla del fuerte Gohran, aquí esta, tierras prohibidas: la isla Tradatu. La niña tomó el libro y caminó lentamente hasta la salida. -Asegúrate de devolverlo pequeña. El viejo aun con los ojos cerrados se había percatado de la pequeña intrusa. -si señor lo haré. Luego de decir eso, la niña cerró la puerta y corrió hasta su casa nuevamente, donde su madre ya estaba preparando la cena, una taza de té y un pan con azúcar. La niña dejó el libro en una mesita cerca de la puerta y procedió a tomar su cena luego de esto volvió a tomar el libro camino hacia su cama, abrió el libro y con la poca luz de una vela comenzó a leer hasta que se quedó dormida.

Un sol resplandeciente se alzaba entre las montañas iluminando el valle y a su vez el pueblo Pekla, los rayos del sol iluminan los tejados de las casas, en una cama de madera únicamente tapada con una manta, se encentraba una Deya más mayor un múltiples libros alrededor de su cama, el sol iluminan la cara de la chica una cara de suaves facciones y una piel ligeramente morena pero aun siendo blanca, al mismo tiempo ella se despierta mirando el pequeño lugar donde entraban los rayos del sol, unas aberturas entre las tablas de su cabaña. -Buenos días pequeña, arriba. la madre de la chica la ayudó a despertar, la chica al sentarse en su cama mira sus pies, luego mira debajo de su cama. -dónde están mis botas?. Pregunta Deya aun somnolienta, a lo cual después de hacer la pregunta estira sus brazos, y se pone de pie. -Los mande a reparar ya estaban muy viejos. Respondió la madre. la chica camina descalza hasta la mesa donde la madre de la chica ya ha puesto un plato de madera. -estofado de conejo. .conejo?. Que estamos celebrando?. Pregunta la chica, mirando, con sorpresa a su madre. -hoy hace 16 primaveras, nació una pequeña, y traviesa niña. Dijo la madre acomodando el cabello de su hija. la chica abrazó a su madre, pues ella había olvidado su propio cumpleaños otra vez. -Bien hija come hoy iras con tus amigos de cacería no?. Dijo la madre alentando a la chica a comer, cuando ambas terminaron de comer, la madre se levanto, y camino hacia un cofre del cual saco un par de botas de cuero nuevas. -Ten hija feliz cumpleaños. la chica se emocionó, tomó las botas en sus manos eran botas altas, casi a su rodilla la chica se las coloco y dio unos pasos. -y bien te gustan?. -mamá son perfectas, muchas gracias. Deya abrazo a su madre de nueva cuenta, pero esta vez el abrazo fue más corto, la chica, soltó a su madre y se preparó para salir, de una silla tomó uno un cinturón con una pequeña espada de un lado y se puso por encima de su vestido una armadura de cuero que le cubría parte del pecho, al igual tomó un arco de madera, y un carcaj de flechas, y se los puso en la espalda, se despidió de su madre y salió de la casa, afuera una vista tranquilizadora la recibió, el humo de las chimeneas de las casas y lo verde del pasto y el color de las flores. la chica bajo los 3 escalones de su casa hacia un camino de piedra, ajustándose el carcaj y el arco camino hacia la  calle principal que atravesaba el poblado, camino hasta la calle principal donde había personas caminando que saludaron cordialmente a la chica. -Deya¡. hola, ven los chicos ya salen de la posada. Una voz masculina, llamó a la chica la cual volteo tras oír su nombre. -Hola Keel. Saludo Deya, a lo cual aceleran el paso para encontrarse con el resto de sus compañeros de caza, ambos caminaron entre las personas, algunas llevaban cestas con la compra del día, otros en carretillas de madera llevaban carne o bien para vender o para repartir a los lugares que solicitaron la carne, se escuchaban las voces de la señoras hablando y los niños jugando, el martillar del herrero, y la rueda del aserradero del pueblo trabajar, los chicos caminaron hasta una posada cercana, donde 4 personas más les esperaban. -Perdonen la tardanza, aquí estamos. Dijo Deya, disculpándose. -Tranquila chica están aún a tiempo, le decía a Atla, que lo mejor sería cazar del otro lado del río ya que del lado del claro sería difícil escondernos. Dijo un hombre mayor ya con canas en su barba, una mujer joven asintió con la cabeza y señaló el puente que salía del pueblo y cuyo camino se adentraba al bosque, los chicos luego estar  de acuerdo caminaron por el puente hacia el bosque.

ALMA DE PLATA. en busca de las 5 armas sagradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora