Harry estaba parado frente al espejo, su ceño fruncido en concentración mientras sostenía la corbata en sus manos. Con movimientos cuidadosos, intentaba recordar el hechizo que Ron le había enseñado para hacer el nudo perfecto. Sin embargo, cada intento dejaba la corbata enredada y torcida.
Hermione, con una sonrisa traviesa, observaba la escena desde el marco de la puerta. Su cabello castaño estaba elegantemente amarrado en un moño, dejando caer al frente dos mechones de cabello rizado, y sus ojos brillaban con cariño mientras disfrutaba del momento. Finalmente, no pudo contenerse.
— ¿Necesitas ayuda, amor? — preguntó con voz suave y divertida, acercándose lentamente a él. Ella había estado esperando este momento con picardía, sabiendo que sus habilidades para el nudo de corbata no eran precisamente destacables.
Harry soltó un suspiro exasperado y miró a Hermione, sus labios se curvaron en una sonrisa resignada.
— Creo que podría necesitar un poco de ayuda, sí.
Hermione se acercó con gracia y tomó la corbata de sus manos. Sus dedos hábiles y seguros se movieron con destreza mientras murmuraba un encantamiento bajo su aliento. La corbata comenzó a tejerse y enroscarse sola, formando un nudo elegante en cuestión de segundos. Mientras lo hacía, su mirada nunca dejó la de Harry.
— Deberías haberme dicho antes que no sabías hacer un nudo de corbata — bromeó Hermione, sus dedos terminando el nudo con un toque final.
Cuando el nudo estuvo perfectamente hecho, Hermione rodeó su cuello con sus brazos, acercándose a él.
— Listo — murmuró con una voz suave y dulce.
Harry soltó una risa y pasó suavemente una mano por el cabello de Hermione.
Se sintió abrumado por el amor y la cercanía de Hermione. La rodeó con sus brazos, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el suyo. Se miraron a los ojos, compartiendo un instante íntimo y especial que solo ellos dos podían entender.
— Lo admito, pensé que podría manejarlo por mi cuenta. Pero tener tu ayuda definitivamente hace que todo sea más fácil. Gracias — dijo Harry con sinceridad, sintiendo la emoción en su voz.
Hermione sonrió y acarició suavemente su mejilla con el pulgar.
— Estás guapísimo, Harry — le dijo con cariño — Serás el hombre más guapo de la boda.
— Cuidado, Hermione — bromeó Harry juguetonamente — o podrías hacer que todos se olviden de la novia.
Hermione sonrió suavemente y se acercó para dejar un beso tierno en sus labios.
— No me importa, mientras tú seas mío — murmuró contra sus labios.
Ambos se sumergieron en un dulce y apasionado beso, olvidándose del tiempo y del mundo exterior.
Al separarse, Harry respondió con voz suave y sincera, mientras sujetaba con delicadeza a Hermione entre sus brazos.
— Siempre, Hermione. Siempre seré tuyo — aseguró con convicción.
La mirada de Hermione se llenó de ternura y emoción al escuchar esas palabras.
— Yo también siempre seré tuya, Harry — respondió Hermione con una sonrisa radiante — No podría imaginar mi vida sin ti.
— Y yo no podría imaginar la mía sin ti — confesó Harry — Eres mi todo, Hermione. Tú y Lilly son mi razón de ser y mi felicidad.
Hermione volvió a acercarse lentamente a Harry, sin quitar sus brazos de su cuello, fundiendo sus labios en un beso apasionado. Su corazón latiendo con fuerza por la intensidad del momento. Profundizaron el beso, los labios de ambos se movieron en perfecta sincronización, como si siempre hubieran estado destinados a encontrarse de esa manera.
El sonido de unos pequeños pasos se escuchó en el umbral de la puerta. Ambos, aún perdidos en la dulzura del momento, no se dieron cuenta de que Lilly había aparecido.
La pequeña tosió ligeramente, llamando su atención. Harry y Hermione se separaron rápidamente. La sonrisa juguetona de Lilly iluminó la escena, y la risa se escapó de los labios de Harry y Hermione al ser interrumpidos.
Su hija los miró con una expresión de diversión y asco a la vez.
— Mamá, ¡qué asco! — exclamó Lilly con una sonrisa traviesa, arrugando la nariz de forma juguetona.
Hermione se separó de Harry y se acercó a su hija, tratando de disimular su sonrojo.
— Lilly, cariño, no es asco, es solo que papá y yo nos estábamos dando besitos — explicó con ternura — En realidad, significa que mamá y papá se aman mucho.
Lilly arrugó la frente en señal de desagrado, pero luego sonrió pícaramente.
— Oh, ya entiendo. Entonces, ¿pueden hacerlo en privado? Pues no deberían hacerlo en público — comentó con tono cómico, haciendo que sus padres rieran aún más.
Harry se acercó, jugando el papel del padre cómplice y se agachó para quedar a su altura.
— Tienes razón, princesa. Papá y mamá se olvidaron de que tienes tus ojos bien abiertos — dijo, guiñándole un ojo a su hija.
Lilly asintió con solemnidad, como si fuera la mayor del lugar.
— Sí, y yo no quiero verlos haciéndose cochinadas — agregó con una expresión teatral.
Harry y Hermione estallaron en carcajadas, divertidos por la ocurrencia de su pequeña. Se sintieron agradecidos por tener una hija tan especial y llena de alegría.
— Está bien, lo tendremos en cuenta — respondió Hermione, besando la frente de Lilly.
— Así es, princesa. Lo tendremos en cuenta — Harry respondió acariciando la cabeza de Lilly.
Con un gesto cariñoso, Harry tomó en brazos a su pequeña hija Lilly de cinco años. Su rostro se iluminó al sentirse en los brazos de su padre. Harry y Hermione intercambiaron una sonrisa cómplice mientras se dirigían juntos hacia la puerta, a la boda de sus amigos, Ron y Luna.