perdida y sola ¿denuevo? parte 1

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Punto de vista de Sylvi

Sylvi salió del camerino de Beowulf, que estaba detrás de un ring de pelea, y se dirigió a la salida del edificio. Era de noche y las calles de los barrios bajos estaban iluminadas por las luces de neón de los carteles algo rotos u destruidos y los faroles que iluminaban un poco las calles frias de ese lugar.

Sylvi no conocía bien la zona y pronto se dio cuenta de que se había perdido. No sabía cómo volver al hospital donde estaban Eliza y Dalia, sus amigas que habían resultado heridas por culpa de ella.

Sylvi se sentía culpable y triste por lo que les había pasado. Ella había sido la causa de que Eliza se convirtiera en la skullgirl o almenos eso pensaba por como se quitaba su piel y la voces de su caveza no ayudavan en nada, ella vio esa noche como una criatura monstruosa pensaba que buscaba venganza contra aquellos que le habían hecho daño, las voces en su cabeza le decian lo mismo una y otra vez. Y Dalia, su otra amiga, había sido atacada por unos matones que trabajaban para la mafia Medici por eso penso que la buscaban ella era ls mas propensa a recivir un ataque, apesar de ser una mafia que controlaba la ciudad ahora no tienen muchos recursos. Sylvi había intentado ayudarlas, pero solo había empeorado las cosas al intentar unir y que vivan en paz. Ahora, ambas estaban en el hospital, recuperándose de sus heridas y de sus traumas pensaba.

Sylvi se imaginaba que Eliza y Dalia seguían mal, sin saber que ellas estaban asustadas de que le pasara algo. Eliza había sentido una conexión con Sylvi, que era la única que la había tratado con amabilidad y comprensión. Y Dalia había visto en Sylvi una hermana, que la había apoyado y protegido apesar de ser como es. Ambas querían que Sylvi estuviera bien y que volviera pronto.

Pero Sylvi no sabía nada de eso. Ella solo pensaba que las había decepcionado y que no merecía su amistad. Caminaba sin rumbo por las calles, sin prestar atención a los peligros que la acechaban. Los barrios bajos eran un lugar hostil, donde la violencia y el crimen eran el pan de cada día. Sylvi se cruzó con varios tipos sospechosos, que la miraban con codicia o con malicia. Algunos le silbaban o le decían piropos groseros, otros le hacían gestos amenazantes o le seguían el paso. Sylvi los ignoraba, esperando que la dejaran en paz.

Pero no tuvo tanta suerte. Uno de ellos, un hombre alto y fornido, con una cicatriz en la cara y una chaqueta de cuero, se le acercó por detrás y le agarró el brazo. Sylvi se asustó y trató de zafarse, pero el hombre la sujetó con fuerza.

-¿A dónde vas, preciosa? -le dijo el hombre con una voz ronca-. ¿No quieres pasar un buen rato conmigo?

-Déjame en paz -dijo Sylvi, asustada.

-Vamos, no seas tímida -insistió el hombre-. Te prometo que te haré disfrutar.

El hombre intentó arrastrarla a un callejón oscuro, pero Sylvi se resistió. Gritó pidiendo ayuda, pero nadie le hizo caso. Los demás transeúntes se hacían los sordos o se alejaban, temiendo meterse en problemas. Sylvi se sintió sola y desesperada. Pensó que nadie la salvaría.

Pero se equivocó. De repente, una figura saltó desde un tejado y cayó sobre el hombre, derribándolo al suelo. Era una chica joven, de pelo azul y ojos verdes, con un traje ajustado y una cola de gato. Era Ms. Fortune, una ladrona que robaba a los ricos para ayudar a los pobres. Ms. Fortune era una de las pocas personas que se oponían a la mafia Medici y a sus aliados. Tenía el poder de separar su cuerpo en pedazos y volver a unirlo, gracias a una joya mágica que tenía en el corazón.

Ms. Fortune le dio un puñetazo al hombre, que soltó a Sylvi. Luego, le dio una patada en la cara, que lo dejó inconsciente.

-¿Estás bien? -le preguntó Ms. Fortune a Sylvi, con una sonrisa amable.

-Sí, gracias -dijo Sylvi, aliviada.

-No hay de qué -dijo Ms. Fortune-. Soy Ms. Fortune, la ladrona más famosa de los barrios bajos. Y tú, ¿cómo te llamas?

-Sylvi -dijo Sylvi, tímidamente.

-Encantada de conocerte, Sylvi -dijo Ms. Fortune-. ¿Qué haces por aquí? No pareces de la zona.

-Estoy perdida -dijo Sylvi-. No sé cómo volver al hospital.

-¿Al hospital? -preguntó Ms. Fortune-. ¿Te ha pasado algo?

-No, es que mis amigas están allí -dijo Sylvi-. Ellas... ellas sufrieron un accidente.

-¿Un accidente? -repitió Ms. Fortune-. ¿Qué tipo de accidente?

Sylvi no sabía si debía contarle la verdad a Ms. Fortune. No sabía si podía confiar en ella. Pero algo le decía que era una buena persona, que la había ayudado sin pedir nada a cambio. Además, necesitaba desahogarse con alguien. Así que le contó todo lo que había pasado. Le contó cómo Eliza se había convertido en la skullgirl o mas bien pensava que ella lo ers, cómo Dalia había sido atacada por los matones de la mafia Medici, y cómo ella había intentado ayudarlas, pero solo había empeorado las cosas.

Ms. Fortune escuchó atentamente la historia de Sylvi, sin interrumpirla. Se sorprendió al saber que Eliza era la skullgirl, y que Dalia era su amiga. Ella las conocía, aunque no personalmente. Había oído hablar de ellas, y de sus hazañas. Eliza era una cantante famosa, que tenía una voz angelical y un corazón de oro segun las personas a las que robaba aveces. Dalia era una bailarina talentosa por los dias, que había ganado varios concursos y había cautivado al público, sin saver que era la lider de un grupo de 6 chicas masque mataban por dinero. Ambas eran unas estrellas, que habían logrado salir de los barrios bajos y triunfar en el mundo del espectáculo. Ms. Fortune las admiraba, y las consideraba un ejemplo a seguir.

Narra narrador.- si supieras lo que son emverdad

Pero también sabía que ambas habían sufrido mucho. Eliza había sido víctima de un atentado, que le había dejado cicatrices en el cuerpo y en el alma, pero eso solo era un mito que se contaba por el lugar. Dalia había sido secuestrada por la mafia Medici. Ambas habían sido traicionadas por aquellos en los que confiaban, y habían perdido todo lo que tenían.

Ms. Fortune sintió una gran pena por ellas, y por Sylvi. Se dio cuenta de que Sylvi era una chica buena, que solo quería ayudar a sus amigas, pero que se había metido en un lío muy grande. Ms. Fortune decidió que tenía que hacer algo por ella.

-No te preocupes, Sylvi -le dijo Ms. Fortune, con una voz dulce-. No es tu culpa lo que les pasó a tus amigas. Tú solo hiciste lo que creíste que era lo mejor. No tienes que sentirte culpable ni triste. Tus amigas te quieren, y seguro que están deseando verte.

-¿De verdad? -preguntó Sylvi, con esperanza.

-Claro que sí -afirmó Ms. Fortune-. Y yo también te quiero. Eres una chica muy valiente y muy buena. Me caes muy bien.

-Gracias -dijo Sylvi, sonriendo.

-De nada -dijo Ms. Fortune-. Y ahora, vamos a llevarte al hospital. Yo sé cómo llegar. Te acompañaré, y te protegeré de cualquier peligro. ¿Te parece bien?

-Sí, me parece muy bien -dijo Sylvi, agradecida.

-Entonces, vamos -dijo Ms. Fortune, cogiendo la mano de Sylvi-. Te prometo que todo va a salir bien.

Y así, las dos chicas se fueron juntas, caminando por las calles de los barrios bajos, rumbo al hospital. Ms. Fortune le contó a Sylvi algunas de sus aventuras, y le hizo reír con sus bromas. Sylvi se sintió más animada, y le preguntó a Ms. Fortune sobre su vida, y sobre su poder. Ms. Fortune le explicó que era una de las últimas supervivientes de un clan de ladrones, que había sido exterminado por la mafia Medici o almenos eso le contaron. Le dijo que había robado la joya que le daba su poder, y que la usaba para luchar contra de la mafia Medici y sus aliados. Le dijo que su objetivo era

lectora (TN) x Eliza Yandere (Libro 1) "esta en correcciones"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora