Orejitas

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Miraba con disimulo las orejas de su esposo.

Cellbit era un hibrido de gato, tenía cola algo esponjosa y que constantemente dejaba pelo por casi todos el castillo o lugar que se quedará mucho tiempo. Sus colmillos algo grandes para ser de un humano, más de alguna vez, durante sus besos pasionales, los colmillos de su esposo rozaban sus dientes y chocaban, haciendo un sonido algo incómodo. Aunque justo después de la boda, habían tenido sesiones de besos para aprender a darse besos más duraderos.

Las garras, aquellas que al a veces fue victima de estás, dejando pequeñas cicatrices. Más que nada porque era algo celoso. Ya sabía de donde había sacado esa actitud Richarlyson.

Luego, estaba lo que más le gustaba ver, pero por desgracia, cellbit no le permitía tocar. Las orejas, una café y otra blanca. Era lo que más resaltan de cellbit, además de su cola, y lo que más le gustaba de este.

- Roier?

- si?

- que pasa? Estás viéndome desde hace un buen rato...

- ah... Yo... Es que estás bien sexy la verdad celbo!

Cellbit río, para volver a centrarse en el nuevo libro que había encontrado en otra de sus investigaciones.

Suspiro un bajo, mirando, claro que sí las orejas que tanto quería tomar y acariciar y morder... Bueno tal vez morder no, pero quería saber cómo reaccionaria su esposo ante eso.

Richarlyson, miraba a su padre Roier, suspirar de tristeza, su padre le había confesado su deseo desde que se casaron, y que pai Cellbit no le dejara, lo ponía enojado.

"Pai?"

Cellbit miro el cartel y alzó la ceja

"Por que você não deixa Roier tocar suas orelhas?"

En susurro - son sensibles... Eso es todo...-

Richarlyson alzó una ceja

- no me mires así...-

"Não é toda a verdade, certo?"

Rasco su nuca, negando. Y volviendo a su libro, tratando de ignorar a su hijo que aún miraba con sospecha y luego a su esposo que se encontraba sentado atrás suyo.


El día de su boda, Roier le había confesado que adoraba sus orejas de gato, y que deseaba con todo su corazón tocarlas. Pero se negó, y claro que Roier hizo todo lo posible para poder tener esa confianza, pero no era falta de confianza. Simplemente que no quería que Roier escuchará sus ronroneos, y si lo hacía seguramente sería su nueva forma de molestar.

Pero no era lo único que le preocupaba, más de una vez, por accidente, rasguñaba a Roier en las noches y claro que se sentia mal por dañarlo, aunque Roier siempre le decía que mientras no fueran con intención no había problema, además de que siempre le perdonaría esos rasguños. Entonces, si Roier tocaba sus orejas en el tiempo incorrecto... Podia lastimarlo gravemente. Si estuviera de mal humor, atacaría y seguramente sería una herida que no podría ver en el cuerpo de Roier.

O tal vez, si durante sus días de celo, que eran muy raros, debido que no era algo que ambos estaban realmente interesados, podía asaltarlo y hacer algo que seguramente Roier no podría perdonarle.

Estaba más que nada asustado de su lado hibrido, pues no todo lo podía controlar. Solo quería cuidar lo más hermoso que la vida le había regalado.

Y dañarlo, sería como dañarse el mismo. Simplemente no podría tener la idea de la sangre y lágrimas de roier sobre sus manos. No podía soportar la idea de que alejara de él, que lo mirara como un monstruo como ante lo hacían los demás.

Purgatory Donde viven las historias. Descúbrelo ahora