Escuché murmullos. En las redes hablaban de un secreto a voces, de un lugar diferente en el Planeta. Murmullos, que indilgaban al temor y a la curiosidad, que presagiaban el final de la sangre, el final de la neurona madre.
Mezclarme entre esos zumbidos hasta lograr la agradable sorpresa, me encontré con el vendedor de diarios de mi barrio. Oficiaba de guardia en la puerta de hierro que daba ingreso a la oscuridad masónica. Él me guio por los pasadizos hasta lograr mi pase a las reuniones secretas donde se dirimían el orden ante un cierto futuro inesperado. Allí me informé de la ruta para llegar a ese sector del Planeta que me despertaba la curiosidad.
Un mojón fue la zona donde los curiosos se instalaban con sus cámaras y drones para estudiar la comunidad de ese sector que parecía no tener un nombre. Más de ahí no podían avanzar, un invisible muro electromagnético expulsaba a todo aquél que no presentara una identificación. Yo estaba decidido a conseguirla. Lo primero que hice fue instalarme con los demás y observar con una cámara al sector en cuestión.
No había seres humanos, no había casas, solo tierra, piedras, un paisaje extremadamente árido. ¿Qué miran?, pregunté. A veces, percibimos rayos azulados o verdes, nada más que eso, son atrapantes, me respondieron.
Los rayos brotaban desde algún lugar que no distinguíamos y se perdían en el suelo árido, como si fueran topos. No me parecieron atrapantes, no más que mi necesidad de saber qué sucedía en esos terrenos.
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Un sector en el Planeta
Science FictionInfrahumanos en sus últimos días de existencia en el planeta Tierra intentan descubrir el motivo por el cual el planeta vibra y esas vibraciones provocan mayores destrucciones que las veces anteriores. En esa búsqueda, los infrahumanos encuentran q...