ONE

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                                    NOEMÍ

Algunos eventos en la vida son tan transformadores que pueden dejar a una persona sin palabras. Cuando mi padre hizo que mataran a mi madre hace seis meses, las palabras se me escaparon por completo. Nada de lo que pudiera decir me ayudaría a comprender o me evitaría estar en peligro, así que opte por no decir nada en absoluto.
Durante los últimos seis meses, no había dicho una sola palabra.
Ni a mi hermano ni a mi mejor amiga. Ni siquiera sola en la oscuridad.
No había hecho un sonido desde que me desperté en el hospital después del accidente automovilístico que le quito la vida a mi madre. Al principio, estaba en estado de stock mientras procesaba lo que había sucedido y trataba de comprender la magnitud de mi pérdida: mi madre y mi padre se fueron en un abrir y cerrar de ojos.
Papá podría no haber estado en ese auto, pero de todos modos estaba muerto para mi.
El había orquestado el accidente que me había robado la mejor parte de mi mundo. "Mi madre", "Mi corazón". Sin ella, un enorme agujero había sido tallado en mi alma.
En medio de mi dolor paralizante, el miedo y la furia cobraron vida debajo de mi superficie. Todo estaba dirigido a un solo hombre. El mismo hombre que debería haber sido mi consuelo y santuario. Me enfurecí tanto con mi padre que temía lo que pudiera decir. Que escucharía la acusación y la frustración cubriendo mis palabras y se daría cuenta de que yo sabía la verdad.
Así que no me atreví a abrir la boca.
Los moretones en el cuello por el cinturón de seguridad y los médicos que especulaban sobre un posible trauma me dieron la excusa perfecta. Mi padre estaba muy feliz de aceptar mi silencio. Me había llevado de regreso a casa a una vida que ya no reconocía. Una vida bajo llave y candado virtual.
Los días se convirtieron en semanas y semanas convirtiéndose en meses.
El único momento del día en que podía estar sola más allá de los muros de la casa de mi padre era durante el café de la mañana. Cada mañana, se me permitía ir a tomar café, con supervisión, por supuesto. Umberto, el matón asignado para vigilarme, había dejado de seguirme adentro después de los primeros meses en mi mandado diario. Se quedó afuera con su teléfono mientras yo me sentaba en una mesa con mi desayuno y contemplaba como escapar de las garras de una vida mafiosa que ahora odiaba.
Hubiera huido si las cosas hubieran sido tan simples, pero nunca lo fueron. El problema era mi hermano menor. No podía dejarlo atrás, pero lograr que viniera conmigo sería todo un desafío. El idolatraba a mi padre siempre, incluso si papá nos permitiera estar solos sin ser observados, convencer a Sante sería una tarea monumental. El dilema me atormentaba todos los días. Había estado esperando mi momento para la oportunidad adecuada, pero después de seis meses de supervisión constante, cada día me preocupaba más que mi oportunidad nunca llegara.

- Hola Noemi, ¿lo de siempre?-

El amable señor mayor detrás del mostrador saludo cuando entré. El equipo matutino de la cafetería me conocía por mi nombre, aunque nunca hable con ellos. Solo tuve que escribir una vez la explicación de mi silencio, lo cual fue un alivio. Habían sido muy comprensivos y habían hablado por mi.
Sonreí y asentí. Después de pagar en el mostrado, me senté lo más lejos posible de la puerta y saque mi lectura actual. Mi teléfono estaba monitoreado, así que rara vez lo usaba, incluso para calmar el aburrimiento. Nunca antes había sido una gran lectora, pero últimamente se había convertido en mi escape favorito. Sólo había avanzado unas pocas páginas de un capitulo cuando una voz masculina habló detrás de mí.

-No deberías mantener una rutina tan obvia. ¿Nadie te lo ha dicho?-

No podía verlo, pero sabía que el comentario estaba dirigido a mí. Si bien la naturaleza de su observación debería haberme alarmado, fue la forma seductora enbque su voz profunda se deslizó por la parte superior de mi cuello li que hizo que mi columna se pusiera rígida.
Lentamente me gire para mirar al hombre que estaba sentado detrás de mí y trate de recordar como respirar cuando mi mirada chocó con los ojos más azules que jamás había visto. Un azul profundo tan radiante que hipnotizaba como esos peces en el fondo del océano que colgaban luces brillantes para distraer a sus presas antes de tragarlas enteras. Incluso la sombra proyectada por su frente prominente no pudo opacar la riqueza del color.
Pasaron veinte segundos completos antes de que el significado detrás de sus palabras atravesara mi estupor y me devolviera al pensamiento racional.
¿Como supo que mantuve una rutina?
Seguramente me habría dado cuenta si este hombre fuera un cliente habitual en el café. Incluso sin sus fascinantes ojos, no era del tipo que podrías olvidar. Envuelto en una aire de poder y privilegio, su presencia exigía atención y respeto. Tal vez incluso miedo. Estaba tallado en el corte angular de su mandíbula y la forma autoritaria en que se comportaba. Era un hermoso depredador y me había estado observando. ¿Porque? ¿Por cuánto tiempo? ¿Y como no me habia dado cuenta?
Nerviosa, me di vuelta y decidí ignorarlo, sin saber que más hacer.

Silent vowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora