07 || Confusión.

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Habían pasado dos días desde la estadía de ambos jóvenes cazadores en aquella casa de glicinas

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Habían pasado dos días desde la estadía de ambos jóvenes cazadores en aquella casa de glicinas. Habían aprovechado el tiempo para seguir investigando el bosque, notando que no había demonios ya. Posiblemente no habría más pronto puesto que a los demonios no les gusta compartir territorio -suele haber excepciones.-.

Habían salido de la residencia y se encontraban de camino a la salida del pueblo.

-Bien, supongo que aquí se termina nuestra aventura.

La chica dijo, sonriendo levemente al varón.
Este, de cabellos largos, asintió.

-Pero nos volveremos a ver, muy posiblemente pronto.

Respondió, y la chica sonrió más ampliamente.

-Es verdad, ahora compartiremos misiones.

El chico extendió su mano, buscando la de la fémina. Una vez la encontró, la tomó entre la suya y entrelazó su mano con la de ella con timidez. Infló ligeramente sus mejillas y desvió su mirada hacia otra dirección, tratando de que la chica no viera su expresión.

La fémina, sorprendida, entreabrió sus labios. Abrió sus ojos más de lo normal y lo miró curiosa, después dirigió su mirada a sus manos entrelazadas; sintió como su estómago se revolvía y por alguna razón, no sentía la necesidad de alejar su mano o apartarse.

Un ligero sonrojó invadió sus mejillas.

-¿Qué sucede..?

Preguntó, un poco nerviosa.

-Sé que ahora nos vamos a reencontrar más seguido, pero, en caso de que nos toquen misiones por separado... cuídate.

Dijo esto último y soltó la mano de la fémina, para darse la media vuelta, y de espaldas a ella, se alejó con rapidez hacia otra dirección distinta a la de la fémina.

Esta, se quedó estática. Sola, a mitad del sendero, sin saber que hacer.

¿Qué era lo que había sucedido?, ¿por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera?

Mejillas sonrojadas, los latidos de su corazón desenfrenados, su mano temblorosa, su boca queriendo soltar disparates...

Que confusión.

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Cómo era de esperarse, la fémina tuvo una que otra misión en solitario, misiones bastantes sencillas.

No había salido herida de alguna de estas, pero cada vez salía más confusa.

No podía evitar que el sentimiento de confusión la embargara. Desde hace días, venía pensando lo mismo y no encontraba una respuesta propia. ¿Por qué desde que se reencontró con ese joven, su corazón actuaba alocadamente?

Parecía que no hacía más uso de la razón, como si su cerebro se hubiera ido de vacaciones y el corazón estuviera a cargo.

. . .

Se encontraba de camino a una posada. Había tenido una misión en un pueblo lejano, pero no fue tan difícil de llevar a cabo.

Mientras caminaba, observó la luna, quien resplandecía con furor. Las estrellas a su lado titilaban sin parar, mientras que había muy pocas nubes cubriendo la luna. Ni siquiera esas nubes eran capaces de apagar el brillo de la luna.

Sin embargo, su mirada se posó sobre una nube un poco apartada del resto. Curiosa, se detuvo a mitad del camino para observarla mejor; una ligera neblina la rodeó, y algunas luciérnagas se divisaban a través de esta. Curiosa, siguió las luciérnagas, hasta que se detuvo frente a un gran lago. Sus aguas brillaban con la luz de luna, y notó que había llegado a una zona un poco alejada de donde antes estaba.

Se puso alerta, pero dirigió su mirada por mera inercia hasta la nube que antes visualizaba, y ya no estaba. Sin embargo, por unos momentos, creyó ver la imagen de Muichirō en el cielo.

Sacudió su cabeza y salió a paso apresurado de ahí, en dirección a su principal destino.

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𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚 𝐧𝐢𝐞𝐛𝐥𝐚. Muichirō Tokitō x Lectora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora