El tic nervioso en mi pierna me hace moverla de manera inconsciente, algo que saca de quicio a cualquier persona a mi lado por más de 15 minutos. No puedo controlarlo, muerdo mis uñas a pesar de que es un hábito asqueroso que siempre digo que voy a dejar atrás. El silencio arropa la habitación y no tengo el coraje para mirar al ser que se encuentra sentado junto a mi.
De repente una mano fría y áspera se desliza hasta tocar mis dedos, me sorprendo por el contacto repentino, pero no tardo en mantener el agarre también. Algo caliente se remueve en mi estómago y sube hasta mi pecho, haciendo danzar mi pulso. Me replanteo la posibilidad de morir por un paro al corazón. Maldición, es imposible morir porque la persona que amas te tome la mano ¿Verdad?
—Oye, ¿Estás bien? Estás sudando un montón. —dice el hombre pelinegro buscando mi mirada. Allan, el hombre que amo, se preocupa levemente por mi ansiedad. —Te has puesto completamente rojo.
Suelto su mano y automáticamente toco mi cara abrumado. Dios, debo verme fatal. Los nervios están acabando con mi estómago también. Y sé que es patético, pero ustedes también estarían nerviosos si fueran yo. El hombre lobo que miraba con preocupación mi tez, parece entender finalmente la situación. Allan escudriña curioso y luego extiende una amplia sonrisa culpable cuando lo descubro husmeando en mi expresión. Maldito.
Cómo si leyera mis pensamientos, sus ojos se iluminan y se vuelve más descarada su sonrisa. Antes de poder analizarlo, otra vez siento su frío tacto en mi piel sensible. Sólo que ahora no está tomando mi mano, sino en mi rodilla. Joder, joder, ¿Por qué creí que sería buena idea hacer esto? Estar a solas con la persona que amas, que no es persona, sino hombre lobo potencialmente asesino y caliente, no es la mejor idea que se me pudo ocurrir jamás.
El tambor de mi corazón acelera el ritmo y bloquea mis oídos. Todo lo que percibo es su mano helada contra mi pierna caliente y temblorosa. El mundo ha desaparecido y sólo queda nuestro contacto. Se siente irreal.
—E-estoy bien. —carraspeo rezando para mantener una expresión neutral que claramente no consigo —sólo me sorprendiste.
—¿Te molesta cuando te tomo de la mano?
—¡No! —apresuro a aclarar. —Sólo es nuevo. Estoy pensando qué hacer si intentas matarme.
Miento desviando la mirada.
Allan está más cerca que hace un minuto, dificultando colosalmente una explicación razonable. Trago con evidente dificultad y me obligo a abrir la boca a pesar de todo para extraer aire antes de caer desmayado. ¿Y el oxígeno de esta habitación? ¿Dónde carajos está la ventana?
—Sean, no planeo matarte.
—Eso es lo que diría un asesino.
La mano que permanecía impávida, de repente comenzó a moverse, creando un vaiven de caricias suaves y encantadoras que sólo aumentan mi nerviosismo. Allan suelta una risa que a simple vista se escucha encantadora, pero yo sé que en realidad se está burlando de mí.
—¿Crees que te traería a mi habitación sólo para llenar de sangre mi piso?
Aunque sé que está jugando conmigo, trago el nudo en mi garganta y juego nervioso con mis dedos.
—Nunca he traído un humano a mi casa. —declara. —Si quisiera matarte, lo hubiese hecho dónde nadie jamás podría encontrarte. —susurra gutural con una sonrisa cínica.
Me niego a darle la razón, a pesar de conocer su método de caza y saber que en realidad esa sí es la manera efectiva que tiene un lobo para matar a su presa. Me obligo a soltar el aire contenido y recordar que el ser que está conmigo ahora mismo no es cualquier bestia sanguinaria. Es Allan, el hombre que amo, el hombre que me ama. Descubrir hace poco que es un hombre lobo, no cambia nada lo que he sentido por él tantos años de esconder mi amor por temor a no ser correspondido.
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Eat my heart (One Shot +18)
RomanceSean se ha lanzado por completo al peligro del anhelo y arrebato de un hombre lobo enamorado que promete cuidar a su humano contra todos sus instintos. Allan promete entregarle ternura en lugar de sufrimiento. No lo hará su presa, sólo comerá su pi...