La conexión entre Damian y Meddows comenzó como un destello de amistad en medio de la oscuridad que rodeaba a Damian. Aunque enfrentaba luchas internas, la presencia de Meddows ofrecía una luz de esperanza en su vida. Sin embargo, ambos ocultaban se...
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DAMIAN DEJÓ ESCAPAR UN SUSPIRO cargado de miedo antes de aferrar su mano a la manija de la puerta y salir del cubículo. Una vez fuera, se apoyó en el lavamanos, tratando de calmar el miedo y la angustia que lo habían acosado desde el día anterior. Las palabras del director resonaban en su cabeza como un eco incesante mientras recordaba la tarde tumultuosa de ayer.
DÍA ANTERIOR
El sonido del portazo de la puerta del cubículo resonó en todo el baño de hombres, rompiendo el silencio opresivo que había reinado hasta ese momento. Damian, con el corazón latiendo con furia y las manos temblando de ira, le pegó una patada a la puerta con enojo, dejando escapar un gruñido frustrado. La pelea con su compañero de clase había dejado un sabor amargo en su boca y una sensación de impotencia que lo consumía desde adentro.
— ¡Maldita sea! —exclamó en voz alta, sintiendo cómo la rabia ardía en su pecho, amenazando con desbordarse.
Sus puños se cerraron con fuerza, sus uñas cavando surcos en las palmas de sus manos mientras luchaba por contener el torrente de emociones que lo inundaba. La ira y la frustración lo cegaban, nublando su juicio y haciéndolo sentir como si estuviera al borde de un abismo emocional.
Sin pensarlo dos veces, Damian buscó desesperadamente algo que pudiera aliviar la tormenta que rugía dentro de él. Sus recuerdos se posaron en la navaja que guardaba en su mochila, un objeto que llevaba consigo como un último recurso en caso de emergencia.
Sin detenerse a considerar las consecuencias, Damian agarró la navaja con manos temblorosas, sintiendo el frío metal contra su piel.
Líneas rojas se trazaron sobre su piel, liberando temporalmente la presión que lo atormentaba. Un suspiro ahogado escapó de sus labios mientras el dolor físico eclipsaba momentáneamente el dolor emocional que lo había consumido desde la pelea con su compañero.
El sonido de la puerta del baño se abrió con un movimiento brusco, sacándolo de sus pensamientos. Damian se puso rígido, temiendo que fuera otro estudiante que lo descubriera en ese estado vulnerable. Sin embargo, cuando levantó la vista, vio al prefecto del colegio, el Sr. Thompson, parado en el umbral con una expresión de sorpresa y preocupación en su rostro.
— ¡Tremblay, ¿qué está haciendo aquí?! —la voz autoritaria del Sr. Thompson llenó el pequeño espacio, seguida de pasos rápidos acercándose.
