VII

227 30 10
                                    

Pequeña Plata

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pequeña Plata

Ubicación: Estambul, Imperio Otomano

Año 1501

Desde el balcón de sus aposentos, el majestuoso Imperio Otomano contemplaba el extenso paisaje. Sus ojos se posaban con nobleza sobre la capital del imperio, la cual resplandecía bajo la luz del sol en su punto más alto, en pleno mediodía.

Sin embargo, durante las nocturnas horas, cuando la luna adornaba el cielo con su resplandor, la ciudad adquiría una belleza aún mayor. Las lámparas se encendían, transformando el escenario en un espectáculo deslumbrante de miles de luces que embellecían cada rincón de la capital.

Un suave golpe resonó en la puerta, indicando el deseo de alguien por obtener permiso para entrar, interrumpiendo los pensamientos del grandioso Otomano. Con elegancia, fue al interior de sus aposentos y se colocó en el centro, listo para recibir a quien quiera que buscara audiencia con su majestuosidad.

— Adelante —ordenó con voz severa, después de dar permiso, un guardia entró a la habitación.

Obviamente dando una reverencia al estar delante del gran sultán.

— Su majestad, ha llegado una carta proveniente de España —comunicó el humano de forma tranquila extendiendo el pedazo de papel con sus manos.

— ¿De España? —indagó el gran sultán con curiosidad agarrando la carta con cuidado— Muy bien, puedes retirarte —dió la orden con voz serena.

El guardia asintió en silencio, retirándose de los aposentos con una reverencia impresionante, demostrando una destreza notable al acercarse de la puerta inclinado, sin tropezarse con obstáculo alguno y de espaldas.

El Imperio Otomano aguardó pacientemente hasta estar solo para descubrir el contenido de la carta española. Una vez que la soledad reinó en el lugar, se sentó en su silla, junto a la mesa de trabajo, y comenzó a sumergirse en la lectura de tan intrigante mensaje.

Después de unos minutos, luchaba por contener el impulso de arrugar el papel, pero solo suspiró con furia y dobló la carta; quizás tendría utilidad en otro momento.

Aunque no podía negar que también le tentaba la idea de quemar aquel mensaje, se calmó, pues su estrategia había fracasado, generándole una frustración notoria.

"¿Cómo España podía rechazar a su propia hija de esta manera?", se preguntaba mientras perdía la mirada en la nada.

A pesar de haber considerado utilizar a Plata con motivos oscuros, al menos había solicitado valiosas compensaciones a cambio de ella. Sin embargo, no podía ignorar la fealdad de sus acciones, lo cual le generaba un peso en la conciencia.

La hija legítima del Imperio Otomano (Argentina countryhumans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora