IV. Grito

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Nota: Necesitarán la canción de arriba para una sorpresa ;P

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En la oscuridad de la noche, no hay ningún alma que perturbe el escenario más allá del leve silbido del viento sobre los picos nevados. Los animales están dormidos y el clamor de la ciudad se ahoga en la distancia. Los copos de nieve, apenas mecidos por este viento inoportuno, caen lentamente sobre el suelo candor. Su descenso se trata de una danza sosegada pero coordinada que invita perderse en la contemplación del tiempo y la vida. Todo se prepara, como por arte de magia, para la gran actuación.

Por su parte, las estrellas parpadean de emoción. El mundo es el escenario, así como dijo alguna vez cierto dramaturgo hoy ya olvidado. Están a la expectativa de un espectáculo sin igual, que solo ellas saben que ocurrirá. El destino lo escriben ellas, pero eso no les quita la capacidad de asombro. Sin embargo, en algún rincón de las Llanuras nevadas, cierto dúo de Anónimos está demasiado ensimismado en otros asuntos como para prestarles atención.

Jamás sospecharían que esta noche ambos serán los protagonistas de una historia que comenzó mucho antes de lo que hoy pueden ellos recordar. No obstante, el nivel de abstracción de la realidad que poseen es increíble e incomprensible. Digno de un par de idiotas, más bien, ¿pero quién ve con claridad bajo los efectos del amor?

¿Quién ve con claridad bajo los efectos de la frustración?

Marzo suspira y su aliento se vuelve visible ante sus ojos. El frío le quema las fosas nasales.

Ofuscada, intenta regular su respiración y fracasa una vez más. Hay demasiadas cosas malas allí. ¿Alguna vez se había metido en semejante aprieto? Tal vez esa ocasión con Dan Heng, en aquel planeta que ya ni recuerda el nombre, hace mucho, pero no está segura de eso. De cualquier manera, el malestar que siente en esta ocasión es superior y no sabe por qué o, más bien, sí, pero no lo quiere reconocer.

Mientras se mantiene indecisa, el tiempo continúa avanzando. La ansiedad la consume y su única certeza es la incertidumbre. Sí, definitivamente está en problemas. Serios problemas.

Ahora piensa que todo aquello ha sido una muy mala idea. Tendría que haberse negado a aceptar tal cosa desde el principio. ¿Por qué no lo hizo?

Sabe la respuesta pero no la dirá.

Pocas veces se ha sentido tan frustrada consigo misma como en este momento. Sus sentidos están en alerta máxima, igual que sus pensamientos corren a mil revoluciones por segundo. Estos correrían incluso más rápido de no ser por el frío, pero se niega a declararse a sí misma derrotada.

«La esperanza es lo último que se pierde», piensa, pero en su situación la esperanza misma ha hecho las maletas.

La esperanza...

La esperanza con maletas... ¿Qué llevaría la esperanza en sus maletas?

Marzo se esfuerza por no reír pero una sonrisa incipiente ya se ha asomado en sus labios. Es una pregunta genuina: ¿Qué llevaría la esperanza en su maleta? ¿Y a dónde se iría? Si le preguntan a Marzo, diría que el mejor destino sería a un planeta paradisíaco. Una playa tropical de arena blanca y aguas turquesa. ¿A la esperanza le gustaría tomar el sol en bikini?

«¡Detente! ¿Qué estás pensando? Concéntrate, está helando aquí afuera.»

Marzo frunce el ceño y se responde mentalmente: «Está bien, está bien. Qué fastidio.»

Uy, ahora su cara tiene una mala mueca. Un ceño fruncido no luce bien en un bello rostro como el suyo. Si sigue poniendo esa cara, las marcas sobre su frente se quedarán de manera permanente.

Amnesia anónima | CaemarchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora